sábado, 18 de octubre de 2014

El Niño. Una Historia del Holocausto. Dan Porat




Ese libro es la historia de una obsesión. El profesor Dan Porat, de la Universidad Hebrea de Jerusalén, ve una fotografía terrible en el Museo del Holocausto. En ella un niño camina, sin comprender nada del horror que le rodea, con las manos en alto. El niño lleva una gorra en la cabeza junto a otros judíos vigilados por miembros de las SS. Impactado por la historia que le narró el guía: El niño se convirtió en médico y vivía en Nueva York, el autor trato de seguir los pasos de los protagonistas de aquel retazo de historia detenido. Es el comienzo de una apasionante narración, dónde no sabemos donde termina la novela y comienza la investigación, narrada de forma amena y subyugante. Recorriendo todos los rincones, comienza un viaje iniciático que también es un sendero al fondo del corazón humano, en una aventura cautivadora. Este inmenso puzzle nos conduce más allá del trabajo de investigación, a los componentes humanos, las razones históricas y los sentimientos. Tratando de averiguar el paradero de los protagonistas, va encajando las piezas en un demoledor fresco histórico de una época terrible y convulsa. Manifiesto sobre el sufrimiento, la manipulación humana en situaciones límite, trata de hallar respuesta en todos los protagonistas de esa fotografía, desde el niño judío que camina sin saber que sucede, al soldado que le apunta con el fusil. La reconstrucción histórica es certera y cruda, con ausencia de elementos literarios innecesarios que lastren la realidad.

Los testimonios de los protagonistas; desgarradores; unos por su dolor, otros por el cinismo y el fanatismo que conducen al hombre por el camino de la perdición y el horror. A pesar de lo desasosegador de los hechos, este análisis de una vida congelada, detenida en el instante de una fotografía, se convierte en paradigma de la conducta humana. En símbolo del coraje del hombre frente a la locura de sus semejantes. El mensaje que podemos extraer de esta lectura que llega a obsesionar, es que aún existe luz al final del túnel.

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