martes, 9 de diciembre de 2014

Caminando entre las Tumbas



Caminando entre las tumbas
Título original: A Walk Among the Tombstones
País: USA
Estreno en España: 31/10/2014
Productora: Cross Creek Pictures, Double Feature Pictures, Exclusive Media Group, Jersey Films
Director: Scott Frank
Guión: Scott Frank
Reparto: Liam Neeson, Dan Stevens, Marina Squerciati, Boyd Holbrook, Sebastian Roché, Whitney Able, Briana Marin, Mark Consuelos, Marina Squerciati, Astro, Frank De Julio, David Harbour, Stephanie Andujar, Ólafur Darri Ólafsson, Laura Birn, Maurice Compte

El temor del espectador al acercarse a un film de estas características es encontrarse de frente con la enésima versión del justiciero urbano vía Charles Bronson y Harry el  Sucio, cuyo cetro ha sido recuperado en esta década por los Neeson y Denzel de turno, que mantienen una cierta dignidad en el género. Actores como Liam Neesom son una garantía para dotar a las cintas de cierta calidad y levantarlas del pozo sin fondo dónde termina gran parte de lo realizado en este género. Neesom se ha convertido en un imprescindible en estas adaptaciones de novela negra, uno de los pocos actores que a su edad, ha orientado su carrera; como debería haber hecho Harrison Ford; compitiendo con actores más jóvenes como el citado Denzel Whasington por el trono del thriller con  fundamento. El peligro radica en  que se convierta en un personaje ubicuo, utilizado para dar fiabilidad a las producciones, como le  ha sucedido al eficiente Morgan Freeman y termine aburriendo a la audiencia por exceso. Neesom aterriza en  el género de la  mano de Pierre Morel (Venganza), aunque lo que en aquella, y su secuela era pura adrenalina para catarsis del espectador, en este pulp noir es suciedad y atmósfera oscura durante toda su primera parte, donde en lo argumental prima la investigación sobre la pólvora. 

Caminando entre las tumbas es una propuesta atípica. El vengador no es unidimensional, está poblado de claroscuros. Matt Scuder trata de escapar de su pasado de gatillo fácil y vasos de bourbon encadenados, haciendo “favores” como detective sin licencia. El personaje creado por el escritor Lawrence Block, que en Estados Unidos es una figura del género, protagoniza varias novelas y no es la primera vez que aparece en pantalla. Jeff Bridges lo interpretó en Ocho Millones de Maneras de Morir (1986) bajo la batuta de  Hal Ashby. Scuder es un protagonista que busca la redención por un error del pasado, pero que el epílogo deja un metálico sabor de boca, ante la imposibilidad de erradicar el mal con sermones o golpecitos en la espalda. Por eso la presencia del muchacho que ejerce de ayudante, acercándonos a una metaliteratura (Watson o las referencias a Sam Spade), sirve de catalizador para dar un nuevo sentido a la oscuridad vital del ex-policía. Sin salir de los parámetros del hardboiled clásico, nos presenta unos narcotraficantes atípicos; ligeramente lelos; cuyas esposas son secuestradas y descuartizadas por dos sicokillers de inquietante presencia. Aquí es donde flojea el guión y se difuminan ligeramente las expectativas (ese videoclub clandestino y nómada para monstruos adictos, la presentación de los psicópatas, casi sobrenatural, el mórbido tarado que utilizan para sus cuitas...etc. Todo el edificio se viene abajo en la parte final, cuando terminan actuando como dos matarifes al uso, después de haber creado expectativas superiores. Narrada sin excesos visuales, ni sobredosis de adrenalina, se agradece ese rito reposado y turbio, que avanza hacia la debacle final sin coartadas, ni justificaciones. Caminando  entre  las Tumbas, se deja ver por el buen hacer de un actor como Neesom. El irlandés da verosimilitud a un personaje en busca de la expiación de sus fantasmas, que no  la encuentra del modo que él esperaba, sino  en  la  presencia de un niño que le hace salir de su concha y avistar un futuro menos lóbrego, sin caer demasiado en  el lugar común. Este ángel caído se mueve en una Nueva York espectral, donde el realismo sucio nos retorna a lo mejor de la novela negra. Si sirve como disparo de salida para retornar a un género mucho más imbricado en los personajes y el suspense, que en las ráfagas de balas y los patadones, bienvenida sea.

 

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