viernes, 4 de marzo de 2016

Remembranza de un maestro de capilla pacense . Coro Amadeus de Puebla de la Calzada

                         
                               

Partiendo de un formato original y pleno de referencias literarias: las jornadas en que divide el Coro Amadeus la vida (y la obra) del clérigo extremeño Juan Vázquez, son al unísono deleite para los sentidos y cátedra para el espíritu. Prologando con un Introito (canto que abre la misa Gregoriana y que con la reforma de Juan XXII se nombró Antíphona) de la “Agenda Defunctorum”, y enlazando con un texto de Garci Sánchez de Badajoz: “Quien me otorgase, señora”, (obra publicada por Valderrábano trece años antes que por Vázquez), la agrupación poblanchina nos introduce en las cuitas y vivencias cotidianas del clérigo Juan Vázquez. Un recorrido biográfico-musical, donde la anécdota se mixtura con el hecho histórico, contrapunteado por la notación certera del polifonista. A modo de viaje iniciático, la coral transporta al espectador (deslumbrados por los característicos neumas del “introito”) a una época de inquisidores, pícaros y letrillas populares. 


Lejana cotidianidad, donde lo místico, lo profano, lo pagano y lo supersticioso viajaban en el mismo séquito. No es preciso leer el notable currículo musical que el coro “Amadeus” aporta en el folleto, para apreciar el perfecto empaste de voces, en la única obra sacra escrita por Juan Vázquez y publicada en Sevilla (1556) por el impresor Martin Montes de Oca. Vázquez fue el único polifonista que desarrollo de forma unitaria y coherente el ritual de difuntos. Las voces de la agrupación trascienden en el tiempo. Transportan a lejanas atmósferas, elaborando las diferentes líneas melódicas, acompañadas de flauta de pico y arpa. Al modo y costumbres de la época. Estamos ante una de las obras más completas del siglo XVI para la liturgia de difuntos. Creada para un mundo que giraba alrededor de la muerte y que representa el final de una era: la de la Música Renacentista. A pesar del respeto por el “cantus firmus” gregoriano y por la tradición, la creatividad del clérigo pacense erige (anticipando el Barroco) bloques sonoros dotados de gran intensidad expresiva, junto a grandes arcos de tensión para su enorme obra postrera. Vázquez sublima el cancionero popular en sus notaciones, eleva a terrenos casi místicos las melodías mundanas como “De los álamos vengo, madre” (casi un best-seller de la polifonía) “Con que la lavaré” o “Covarde Cavallero”. Sus obras profanas, poseen una larga trayectoria de “elaboración en cascada”. Como sucede con “De los Álamos vengo”, donde el camino pasa por la versión vihuelística de Miguel de Fuenllana (Orphénica Lyra, 1554) y la trascripción de esta para canto y piano por Felipe Pedrell (Cancionero musical popular español) hasta desembocar en la translación de Falla para su Allegro de su Concerto para clave y cinco instrumentos. Fuenllana destacó por su habilidad en encontrar acordes y contrapuntos aptos para acompañar las melodías populares; algunas de estas letras tradicionales son: “De los álamos vengo”, madre, utilizada por Lope de Vega; “Morenica, dame”, “Con qué la lavaré”, “De Antequera sale el moro” y el romance de la pérdida de Antequera. Preparó así el advenimiento de la melodía acompañada de los italianos.


El villancico “¿De dónde venís, amore?”, parte de la tablatura del vihuelista Valderrábano desembocando en la transformación efectuada por Joaquín Rodrigo en 1947 para sus “Cuatro madrigales amatorios”. Es evidente su sabor arcaico. Dámaso Alonso ha comparado el texto con una jarcha. A diferencia de otros coetáneos (Francisco Guerrero), Vázquez no eleva sus obras profanas transformándolas “a lo divino”. La divinidad se haya en la certera notación, en sublimar las diferente líneas melódicas, hasta convertirlas en algo intangible en permanente evolución hacia el madrigal italiano. “Soledad tengo de ti”. El texto es del poeta portugués Gil Vicente y pertenece a la tragicomedia de "Don Duardos". Un formato lírico que aparece en España en la segunda mitad del siglo XV, y que entonces constituía un género de música popular laica. Para algunos estudiosos, Vázquez transformó el villancico polifónico tradicional patrio en el “madrigal castellano”, por las innovaciones que introdujo: repetición del estribillo y compases adicionales en forma de coda.
Algunos teóricos opinan que Vázquez “escribió más libros de los que no ha sobrevivido ningún ejemplar, como se desprende del soneto escrito por el licenciado Alonso de Barrera elogiando a Juan Vázquez y su música:

"Y deste, imaginar y concertalla
Juan Vásquez tanta parte y tal alcanza,
qual muestran muchos libros que ha compuesto."

amadeus-in

A diferencia de otros compositores también sacerdotes, Vázquez publicó sus obras de argumento profano, incluyendo obras de tema amoroso, sin buscar el reconocimiento y beneplácito de la conversión “a lo divino". Quizás se hubiera evitado las visitas del nefasto “Santo Oficio”.
Vázquez asimila la herencia y la tradición de los villancicos y romances de carácter popular de finales del siglo XV, como los que divulga Juan del Encina o Francisco de la Torre, aunque inicia paulatinamente una evolución hacia el madrigal italiano.
"¿Con qué la lavaré?" de Juan Vásquez, es un villancico de inspiración pastoral, bucólica, henchido de todo el simbolismo de la poesía de las clases llanas de su tiempo (véase, la referencia al agua de limones, puesto que los cítricos eran considerados como afrodisíacos en aquel tiempo).
Vázquez fue axiomático en su época. El único compositor del Renacimiento hispano que contó, en vida, con tres recopilaciones vocales impresas en España.
Juan Bermudo, en su Declaración de instrumentos (Osuna, 1555), recomendaba sus villancicos como “modelos” para otros compositores.
El músico badajocense los acomoda a la escritura contrapuntística, con frecuencia muy elaborada. Principalmente en el caso de las canciones y de los sonetos. Aporta un tratamiento personal a melodías sencillas (la celebérrima “De los álamos vengo”, cuyo tenor fue utilizado incluso por Manuel de Falla en su “Concierto para Clave”, o la que utiliza para “Salga la luna”). Organiza los versos en una serie de glosas contrapuntísticas, sin solución de continuidad. La escritura puede llegar a ser rítmicamente elaborada, como en “Quién amores tiene” o “Zagaleja de lo verde”, incluso más simple, con carácter casi de danza (al estilo de una pavana, como en “Por amores lo maldixo”, o de una renacentista gallarda, como en “Buscad buen amor”). La canción “Si el pastorcito” presenta recursos expresivos derivados del madrigal italiano (los silencios que entrecortan la palabra “suspiro”, o la línea descendiente de todas las voces, finiquitada en un registro muy grave sobre la última repetición del verso “si se descuida y duerme”, tratados con un refinamiento que anticipa apegos de degustación “pre-barroca” en el sochantre catedralicio.

Su doble interés hacia el mundo popular y cortesano le llevó a realizar en música lo mismo que “El Príncipe de los Ingenios” en literatura: una magistral miscelánea – obtenida en sus villancicos con aparente naturalidad – del ideal cortesano-caballeresco del siglo de oro, con el feraz universo de la tradición popular hispana.
Destacar los hermosos timbres de las sopranos María Rodríguez y María del Mar Machado, la pulsación certera y evocadora de Rosa María Rodríguez en el arpa y la Flauta de pico de Estefanía Pérez de remembranzas renacentistas. Empaste certero de las voces. Etérea (y sentida) dirección de Alonso Gómez Gallego, propiciaron un paisaje sonoro evocador y lúcido, detrás del cual se adivina un trabajo intenso y gran amor por la obra bien plasmada, que el publico percibe, comparte y agradece. Las diversas líneas sonoras levitaban como un corpus homogéneo, fruto de horas de trabajo


Completaban el programa obras ajenas al autor pacense como la oración ladina de gran belleza y melancolía “El Pan de la Aflicción” que Jordi Savall había incluido en la película "Paraísos Perdidos".
Un hermoso broche para este homenaje a la obra vazquiana. «El pan de la aflicción», conmovedor lamento sefardí que acompañó a los judíos tras su expulsión. Muchos de ellos llegaron a Polonia. «Todo el que tenga hambre, venga y coma; todo el que tenga menester, venga y pascue. Este Año aquí siervos, al año el vinien en tierra de Israel
 Christophorus Columbus - Paraísos Perdidos / Lost Paradises CD2 (2006). Jordi Savall.
Externos a la obra vazquiana se pudieron escuchar el anónimo “Dum pater familias. En versión doble (instrumental y voz) el Alajmá Aniyá y el “Duo Sheraphim Clamabant”, un motete de Francisco Guerrero, que ya fuera grabado por Jordi Savall. (“Sacrae Cantiones” – Venecia, 1589 y 1597).

Detrás de una interpretación de este nivel, hay muchas horas de sacrificio, perfeccionamiento técnico. Ilusión y mucho trabajo. Este es el crisol donde se destilan las grandes obras. Enhorabuena.

PD.

Continúa siendo asignatura pendiente, la estancia de Juan Vázquez en Vila Viçosa (1958) residencia veraniega de los Duques de Braganza, por motivos de salud. Con certeza, marchó cargando en su baúl manuscritos y partituras. En el siglo XVI, por Caya y Badajoz entraron, entre otros personajes lusitanos, doña Isabel de Aviz, esposa del Emperador Carlos V, y doña María de Aviz, primera esposa de Felipe II. Entre sendas comitivas que en Badajoz recibieron a las princesas portuguesas, hallábanse los mejores músicos de la corte española y con ellos, en ambas ocasiones, Antonio de Cabezón”. Así se expresa Santiago Kastner. “Huelga decir –prosigue- cuan beneficiosos resultaban para el desarrollo de la vida musical badajocense el paso y la presencia de tantos músicos ilustres, oriundos de distintas regiones de España y de Portugal, y de otros países. Noviembre de 1.548".


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