La
idea de "American Me" (Sin Remisión) había nacido dos décadas antes, cuando Edward
James Olmos leyó el guión de esta historia sobre el submundo chicano del delito,
unido a la desesperanza de un destino que te marca. Para entonces; el muchacho
que había querido ser jugador profesional de béisbol y músico; ya tenía una
larga trayectoria a sus espaldas. La notable producción “Lobos Humanos”. Un
falso thriller que deviene “fantastique” con ramalazo ecologista y atávico,
excelente fotografía y banda sonora, dirigido por Michael Wadleigh (director
del mítico documental filohippie “Woodstock”. Aunque muchos espectadores
todavía le recordaban únicamente como el taciturno “Teniente Castillo” de la
exitosa serie “Corrupción en Miami” (1984), por el que recibió un Globo de Oro
y un Premio Emmy. Para entonces ya había interpretado un papel que le situó en
la mitología (Gaff en Blade Runner), el misterioso personaje ¿quizás el
verdadero replicante?, que le habla a Deckard en una jerga Cityspeak (inventada por el propio
Olmos) mientras elabora sus figuritas
de unicornios Origami, metáfora del
subconsciente de Deckard. Su frase: Es
una lástima. La chica no vivirá… hermoso epílogo de esta obra maestra.
Edward
Olmos también habitó la biografía del profesor boliviano Jaime Escalante, que
consiguió que sus estudiantes marginales destacaran en matemáticas, en la
película “Con Ganas de Triunfar” (1988), nominación al Oscar incluida. Comienza
con una larga toma metafórica del río de Los Ángeles, que se va convirtiendo en
un canal que gobierna el agua. La cinta es una estimulante historia sobre
superación personal, basada en la gran interpretación de Olmos. Un profesor que
para enseñar matemáticas utiliza manzanas o se viste de cocinero, para captar
la atención de los alumnos. Esta película ya contaba con “latinos” que años
después destacarían en el cine como Andy García o Lou Diamon Philips, con
interpretaciones memorables. Olmos llegaría a trabar amistad con el profesor Escalante
y le acompañó en sus últimos días. El escritor norteamericano Jay Mathews
escribió un libro (del que surgió el guión cinematográfico) sobre la fascinante
vida de Escalante “The Best Teacher in América”, su superación personal, y el
sistema de enseñanza que aplicó. El profesor llegó a tener dos series televisivas
sobre matemáticas y se le homenajea en un capítulo de los Simpsom, donde se le
presenta como candidato a maestro del año (Especial Edna) por enseñar que “las
ecuaciones son más poderosas que las balas”.
Existe un enorme mural, realizado
por Juan Héctor Ponce, en el noroeste Los Ángeles (frente a parque Mc Arthur)
con el profesor y Edward Olmos (luciendo el look de la película) abrazados. Es
un hermoso mural, si consiguen esquivar los vendedores ambulantes y los comales
móviles que cocinan las sabrosas pupusas.
La película aplica una interesante
filosofía como cuando un empleado de la
LTS dice que hay dos clases de racismo: “Diferenciar a un grupo por formar parte de
una minoría y diferenciar a un grupo por
no formar parte de una minoría”. Hay mucho de
esto en “American Me”. De esa fatalidad que supone nacer formando parte de una
subcultura que basa su supervivencia en el hermetismo, los juramentos, las
normas paralelas al resto de la sociedad o una jerga que distancia aún más del
entorno. “American Me” es la historia de un descenso al infierno que comienza
en la adolescencia por un error y que planea durante toda la vida de los
afectados. Gran parte del trabajo de Edward Olmos ha tenido relación con el
mundo chicano.
En su vida privada se involucra en temas sociales de esta
comunidad, visitas a reformatorios, embajador de UNICEF, protestas
anti-sistema, etc. En el ámbito puramente cinematográfico ha tomado parte en “My
Family” una historia multigeneracional; ha interpretado al padre de la
malograda cantante “Tex-Mex” Selena (Susanne Bier.1997), un biopic a mayor
gloria de Jennifer Lopez, o la película “The Wonderful Ice Cream”, que rompe
los estereotipos y estigmas habituales en las películas para público “latino” y
que estaba basada en un relato del escritor Sci/Fi, Ray Bradbury. “American Me.
Sin Remisión” solicita un visionado en VO. No hay otra forma de disfrutar ese
“slang”de la comunidad chicana, las inflexiones de los actores, la musicalidad
del verbo, que termina incrustándose en el espectador al final del film: Oralé,
carnalito…Si alguien quiere acercarse con precaución, a esta jerga particular,
puede hacerlo en la novela “Peregrinos de Azlán”, de Miguel Méndez. Aunque la
dificultad es alta para los no nativos que encontraran infinidad de unidades
léxicas que no comprenderán. El slang mexicano-chicano utiliza en la cinta
términos como: carnal (compañero, amigo), vatos (colegas), pinche (maldito),
ace kool (quien te cubre las espaldas). Aunque mezcla el slang cotidiano, de
uso común en personas no afiliadas a pandillas con el “gangster talking”
relacionado con el crimen, la droga o el turf (territorio del gang): veteranos
(los miembros antiguos), base-head (adicto), jale (trabajo para las pandillas),
etc. El mito de Azlán (el origen perdido
de los aztecas) es una de las constantes de las bandas callejeras. La cultura
chicana incorporan motivos indígenas en las artes, toman a Frida Kalhlo como
referente o Sor Juana Inés de La Cruz., reivindicando
también la figura de la “Adelita” (combatiente de la Revolución Mexicana ),
la mujer de origen campesino, rechazando el “malinchismo”, derivado de “La Malinche ”, que traicionó
a su raza con los conquistadores españoles. “American Me” es un film crudo, sin
concesiones. A pesar de navegar entre las procelosas aguas del lugar común, las
interpretaciones, la puesta en escena y (sobre todo) los primeros planos del
rostro volcánico y pétreo de Olmos que reflejan la imposibilidad de cualquier
redención, la redimen del cine de cárceles al uso. “No hay futuro”, podría
haber sido el título alternativo.
El terrible e inesperado epílogo es un
hachazo en el alma del espectador, aunque real y cotidiano en el mundo de estas
sociedades paralelas. El viaje iniciático de Santana (Olmos) desde que comete
un “escruche”, entrada ilegal con violencia en propiedad privada; su ingreso en
el infierno de la prisión, hasta llegar a ser líder de la EME (mafia mexicana) tras 18
años que le han marcado para el resto de su vida, es narrado con sobriedad no
exenta de una terrible violencia. Aquí no hay tiroteos al estilo del Tony
Montana de “El Precio del Poder”. Ni chascarrillos del tipo: “Os gusta mi
juguetito” con Al Pacino tirando de AK-47. Edward Olmos desglamouriza la violencia
al estilo hollywoodiense. No hay ostentación ni derroches visuales. No hay pomposidad.
Tan sólo el terror bajo la piel, bajo la superficie, en la mirada de un hombre
incapaz de acometer su primera relación sentimental con una mujer, condicionado
sexualmente por su pasado entre rejas. La mirada de un hombre que se pierde en
el infinito. Esta es una de las secuencias más tremendas del metraje, el ser
humano intentando recuperar lo que ya es irrecuperable, junto aquella en que un
coche de policía se detiene sin razón aparente junto Santana y Julie; una
certera Evelina Fernández; (Línea Mortal, Hollywood Confidencial) cuando
pasean.
El policía le pregunta “cuando tiempo has pasado en prisión”. Nada más
terrible que alguien pueda detectar el aura de derrota en una mirada. La
tristeza y desolación de quién ya no tiene sitio en un mundo que esta
cambiando. La explosión de la heroína en los 90, cambió por completo los modos
y usos de aquella sociedad. Ni siquiera Julie con su dulzura es capaz de
arrebatarle a Santana su componente terriblemente machista, a pesar de
descubrirle el otro lado de su personalidad. Prefiere seguir buscando el afecto
y la seguridad de la “clika” y es incapaz de distinguir los espacios
dentro/fuera, lo que en ocasionas diversos percances en la vida cotidiana. Hay
una escena en que Santana; acompañado de Julie; va a comprar zapatos y trata de
agredir al empleado, porque le pide que espere a que termine con el otro
cliente. Santana se siente ofendido según las reglas de su mundo cerrado.
Este
es uno de los instantes donde la escisión del personaje y la imposibilidad de
Julie de acercarlo a la luz quedan patentes.
Julie optará por los estudios y la educación en el epílogo, como modo de
lucha contra su “fatum”. El montaje paralelo en que los miembros de la banda
cometen una violación colectiva sobre el hijo de un jefe rival, con el acto frustrado
de amor entre Santana y Julie, es desasosegador y terrible. Santana es un
producto mestizo, directamente extraído de “Los Hijos de la Malinche ” de Octavio Paz.
Un arquetipo de dos culturas que se unen violentamente y donde no hay escapatoria.
La denuncia de un sistema que carece de paridad. La marginación racial y
económica que conduce a estas personas a situaciones delictivas. Edgar G. Olmos
opta por la introspección de su personaje atormentado, cuyos pensamientos se
antojan lejanos y compone un antihéroe taciturno, encerrado en su propio
laberinto, conocedor de que no hay futuro, apoyado en una dirección solemne y
pausada, de claro discurso masculino. La estética del film en su primer tramo
está basada en la moda “Zoot Suit”.
Precisamente estos acontecimientos (los
Zoot Suit Riots. 1940), donde marineros norteamericanos atacaron y humillaron a
latinos, es el arranque de una subcultura de búsqueda del respeto por parte de
los “pachucos”. Hay un mensaje de pueblo conquistado que no ha conseguido
liberarse de su legado. De una raza que quiere escapar “de abajo”. En la primera parte del film se presentan los
sucesos de esos Zoot Suit Riots. La estupidez humana, representada por los marineros
americanos blancos, que pensaban que los chicanos eran antipatriotas por
utilizar la moda ”Zoot Suit”, fueron en parte el origen de las bandas. De la
necesidad de agrupación y protección de colectivo. Santana es producto de una
violación colectiva de su madre en esos días. Su padre, que nunca le ha dado
nada parecido al cariño, le dice cuando sale de la cárcel que “al mirar su
rostro siempre se preguntó por la cara del marinero que será su padre”. El
estilo sofisticado de los “Zoot Suit” desapareció. Se olvidaron los peinados
“Ducktails”, las cadenas, los tatuajes, las medias de red, los calcetines
“Bobby” y los zapatos plataforma. El llamativo dandismo dio paso al uniforme
paracarcelario de las bandas: camisetas y pantalón caqui. El aporte de dos
destacables actores como William Forsythe y Cary-Hiroyuki Tagawa (El Último
Emperador, Memorias de una Geisha) eleva el listón dramático con personajes
densos que utilizan la mirada como arma.
Las reminiscencias con el cine negro
terminan en el uno del flashback para narrar la historia. Ninguna película de
este género se hubiera atrevido a ir tan lejos. Ningún guión de los 50,
narraría tan secamente el tormento interior de alguien desubicado, un outsider
al que el mundo sólo ofrece continuar con los usos y costumbres de tantos años
pasados entre rejas. Julie se dirige a él en uno de los momentos más intensos
de este drama chicano:
"Ustedes
son como dos personas, el que no sabe bailar o cómo hacer el amor... que es la
que me importa. El otro que odio... el que se ejecuta drogas y sabe cómo matar
a la gente."
Imposible
definir mejor esa dualidad, esa escisión de la personalidad del estoico
personaje, que terminará llevándolo al abismo y la destrucción. Y es que los
protagonistas de “American Me” nunca tuvieron oportunidad de remisión…
Curiosidades: La película está filmada en la Prisión de Folson, con la
colaboración de prisioneros reales. En esta prisión se han filmado películas como:
Hombre Libre, 48 Horas más, Heat (1995), etc. Fue la primera cárcel del mundo con
energia eléctrica, lo cual no agradaba demasiado a los condenados a pena capital.
Se pactó con las bandas para el rodaje, incluso algunos pandilleros hacen de
extras. Los pachuchos llamaron a su jerga “Caló”. La EME llegó a chantajear y amenazar
a los implicados en la película porque no les agradó “la imagen” que se daba de
ellos.
Si
quieren empaparse de cultura latina. Las siguientes películas acercaran a esta
cultura.
El Norte. Gregory Cava. (1983) Historia de
inmigrantes guatemaltecos perdidos en una sociedad que no les apoya. En un
lacrimógeno y conmovedor drama sobre dos eternos emigrantes. Un guión sin
respiro, enormes interpretaciones y bofetada al “sueño americano”
Nacido
al Este de L.A. Cheech Marin. 1987. Comedia, nada ligera, sobre intentos de inmigración a EE.UU por
parte de un chicano. Atención al momento en que unos músicos mexicanos
confunden el “Twist and Shout” de los Beatles con “La Bamba ”…
A
Million for Juan. 1994. Basada en una historia de Mark Twain que ya había sido
interpretada por Gregory Peck: El Billete de un Millón de Libras (1954),
comedia titulada en España “El Millonario” Nuevamente Edward James Olmos como
el extraño personaje de la limousine, que regala un cheque de un millón de
dólares, con la condición de que debe dar todo el dinero en un mes.
Mi
Familia. 1995. Una de las mejores aportaciones al subgénero con nueva
interpretación de Olmos. Gregory Nava consiguió llamar la atención con esta
trama a través de la historia de tres generaciones de mexicanos inmigrantes.
Notable lienzo de recuerdos y enseñanzas transmitidas, tocando temas como la
identidad cultural y la difícil asimilación. Con interpretaciones potentes de
Edward Olmos, J L, Jimmy Smith o Esai Morales. Narrada al modo del realismo
mágico, con toques de documentalismo, consigue personajes vivos y reales en su
viaje iniciático a través de un tortuoso camino.
Selena.
1997. Biopic sobre la cantante Tex-Mex Selena Quintanilla. Aunque con instantes
de telenovela, fue bien recibida por los fans. Gregory Nava eligió a J L para
el papel de la malograda artista. Éxito de taquilla en el mercado hispano.
Mi
vida loca. 1993. La problemática de pandillas de cholos en L.A. Debut de Salma
Hayek y Jason Lee. Drogas, sórdido sentido del honor, lazos de sangre y ningún
futuro para los protagonistas envueltos en la red de las bandas.
Sangre
por Sangre. 1993. Del que después sería director de “Pactar con el Diablo”. Una
de las películas más cercanas a la problemática chicana con Jesse Borrego, con
fuertes connotaciones del machismo en esta sociedad y en las pandillas, la
familia disfuncional, el stress de sobrevivir en la cultura americana, etc.
Zoot
Suit. 1981. Adaptación por su mismo director de la obra de Broadway (bastante
brechtiana) sobre los sucesos racistas y la condena por el asesinato de Sleepe
Lagoon. Edward Olmos repitió el papel que había desarrollado sobre los
escenarios. La música es de Daniel Valdés y Lalo Guerrero, padre de la música
chicana. Nominada en 1982 a
la mejor película musical en los Globos de Oro, después de un calvario de
rechazos de productoras que pretendían inmiscuirse en la creación y sustituir
al director por otro. Hasta encontrar como mecenas a la Universal.
La
banda sonora es un conglomerado de cultura Tex-Mex y temas de los 70. El
director utiliza el soundtrack al estilo de Scorsese para subrayar momentos y
espacios, relaciona música con la imagen para marcar las distintas contextualizaciones
Los temas, de lo más variado, están mixturados con las secuencias y sirven de
apoyo. La banda sonora es un desfile de la cultura Tex -Mex con “Los Lobos”, Carlos
Santana, Ike y Lana Turner, Bobby Day, Kid Fros, The Animals. Un catálogo de
Sonidos Urbanos de los 70 con hermosos “oldies” de la década de los 50.
Órale, carnalito. No se me apendejen que los vatos van a traerse una
carrucha para hacerse un banging… Póngase el tacuche p’a sentirse bien padre….tiene
todas las chances de su parte..
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