lunes, 28 de noviembre de 2016

Soñando Cervantes de Miguel Murillo. Teatro López de Ayala


          




Se une esta obra de Miguel Murillo a los homenajes que en el IV centenario de Miguel de Cervantes se vienen celebrando sobre las tablas de los teatros españoles. Aún no apagados los aplausos que levantó Rafael Álvarez “El Brujo” en el Festival de Teatro de Badajoz con su acercamiento humorístico/filosófico al ilustre escritor en Los Misterios del Quijote, o la propuesta de la compañía Morfeo Teatro que extrajo la vena más satírica y corrosiva del autor alcalaíno en El Retablo de las Maravillas La propuesta de Murillo; por estructura y concepto; está más cercana a la perspectiva postmoderna de revisitación (y actualización)  de los clásicos que profetizara la compañía Ron Lalá, de la que aún esperamos ver por estos lares sus excelentes aportaciones En un lugar del Quijote o la refrescante e inteligente Cervantina. De la mano de la compañía villanovense “Teatrapo”, el dramaturgo  pacense, presenta a un Cervantes atípico. La obra comienza a pié de escenario, buscando la complicidad del público. Tarea harto ingrata para el cómico si no hay implicación del respetable, oficio que precisa de tablas  y soltura. En estas lides, solventa su personaje  con eficacia y bonhomía sanchopancista, el conquense Juan Carlos Castillejo. (El mal del Arriero). 

El texto nos muestra al Cervantes cautivo en “Los Baños de Argel”, al Cervantes en ergástula por malversación durante su etapa de recaudador de impuestos, al Cervantes que tiene una hija con la esposa de otro.  El hombre excomulgado, el que siente una; nada sana; ojeriza por Lope de Vega, el que tiene puesto el pie en el estribo…”Soñando Cervantes” es un espectáculo que juega con las sensaciones, con los aromas y los platos de la era cervantina. No en vano se presentó en “Grastroweekend” (Los Manjares de Cervantes), o en Alcalá de Henares donde la propuesta era mucho más interactiva y los atavíos del siglo décimosexto se transmutaban en trajes de cocinero. La obra trasgrede claramente las tres unidades Aristotélicas, mezcla lo trágico con lo cómico, lo lúdico con lo dramático en un juego de espejos perspicaz y jocoso. El espectador acompaña con palmas cuando la cofradía gastronómica interpreta el “Chin, chin con la olla podrida” o sufre con la agonía del escritor junto a la Muerte Velada, sonríe con las peripecias del orate Don Quijote o siente la angustia del pie “puesto ya en el estribo”. La apuesta era arriesgada. La hibridación cómico/trágico/lúdico, requiere “desfacer” algunos lances. El texto de Murillo los sortea con eficacia, apoyado por la notable interpretación actoral, la original música, la ecléctica escenografia y sumando elementos audiovisuales mixturados con tramoya clásica.



 A Eva Marciel ya la había disfrutado el público pacense de esta guisa, cuando desgranó sobre este escenario los hermosos diálogos de La Puta Enamorada,  merecidísimo premio Max al mejor texto. Una obra de mágico verbo, solventada con excelencia por la actriz, que luce con donosura los ropajes del siglo áureo como una segunda piel. Eva Marciel emite la voz con claridad, juega con los tempos, las inflexiones, aprovecha su timbre cristalino, o coquetea con la expresión corporal para ofrecer una Dama Velada y una Catalina de Salazar, de lo mejor de la función. Destacar la “vis cómica” de  Jose Carlos Valadés (maestro de ceremonias), interpretando al jocoso "Licenciado Gastro-Prieto", la versatilidad de Chema Pizarro (excelente y trabajado timbre) recreando la locura poética de Alonso Quijano, la festiva interpretación de Roser Pujol; que compone una Dulcinea certera y humorística; contrapunteada por la mundana Teresa Panza que dibuja Manuela Serrano, con certeza y gracejo. Jose Antonio Sayagués soporta el peso del ilustre manco sobre su verbo nítido, siempre apoyado por la acertada escenografía de Laura Ferrón/Diego Ramos y las imágenes en movimiento de Nieves Ferrer/ Félix Méndez  tras los ventanales. 

En esta panoplia cervantesca están presentes y mixturados personajes y escritor, en un ejercicio de metateatro que transita por La Galatea,  la amante y actriz Ana Franco, la falsa princesa Micomicona, Auristela (Los Trabajos de Pérsiles y Segismundo), El Licenciado Vidriera o la mora Zoraida de “Historia del Cautivo”. La partitura es solventada con su acostumbrada eficiencia (ya escribió la música de “El Caballero de Olmedo”) por el especialista Luis Delgado (La Musgaña, Los Músicos de Urueña), utilizando modos tonales habituales en la era de la vihuela y la zampoña, con profusión de percusión o reviviendo unos aires de “tarantella”, cuyo alegre compás puede seguir el público con palmas. La colección de instrumentos musicales en tiempos de Cervantes, comisariada por este compositor, se encuentra itinerante con el titulo de “Sonando Cervantes”, sin la “ñ”. Todo un “gastroespectáculo" de la compañía villanovense, que bajo la certera dirección de José Fernando Delgado arrancó numerosos aplausos de los “comensales” que llenaban la platea. No es moco de pavo en una ciudad harto menesterosa para la ovación. Enhorabuena. 



viernes, 25 de noviembre de 2016

Garantía Personal. XI Festival de Cine Inédito de Mérida

                                        
La primera escena es toda una declaración de intenciones. El cataclismo personal y social que provoca la crisis económica, llevado al extremo de la resistencia humana. El guión (preciso y certero) forzará a Alberto (Valentín Paredes) a regresar; como en el mito de Sísifo; al mismo infierno del que escapara. Un destino inexorable y sin remisión abocará a este predestinado grupo hacia la catarsis final, donde no existe el futuro. Rodrigo Rivas dirige un “noir” atípico, seco, crudo y sin concesiones. El autor dinamita los cánones del género, reconstruyendo los arquetipos que sustentan el tradicional concepto del Cine Negro. Porque en esta producción extremeña están destruidos todos los pilares que sustentan la clásica arquitectura del thriller. La “femme fatale” (excelente Belén López) es una desdichada que se ve envuelta en la vorágine para obtener resultados que nunca alcanza. Genaro el “villano”, es un gañán, de humor castizo y carpetovetónico, redimido por la gratificante interpretación de Carlos Tristancho. El amante policía, recreado por el leones Roberto Enríquez (Los Borgia), es un pringado sin ningún carisma, únicamente interesado en su tórrida relación con Mara (Belén López). 



El mafioso y dueño del Club de alterne, no remite a los prototipos al uso. Este makinavaja, interpretado notablemente por Juan Carlos Tirado (El Cerco de Numancia), es un ejemplar ibérico “pata negra”, con un sentido del humor corrosivo y filosofía casposa. Pablo Bigeriego (Coriolano) extrae toda su savia a una sanguijuela administrativa. Uno de esos personajes que el respetable está deseando que sea pasado por las armas desde la primera línea. El extremeño Valentín Paredes dota de vida a un difícil personaje atormentado, que debe expresarse a base de miradas y silencios. Rodada íntegramente en escenarios extremeños (Hervás y Plasencia), esta producción de Derivas Films  S.L. y Estudios Aurigas, se adentra en un suspense cotidiano, en una herida; nada luminosa; de un país en crisis, en el “fatum” que dirige los pasos de esas personas que no han elegido y que pierden las riendas de sus vidas, hasta llegar al límite. Rivas acomete su ópera prima con vocacional morosidad narrativa, cámara en mano, esgrimiendo el primer plano para condensar emociones, con un tempo pausado hasta la debacle final. Hay un cromatismo apagado en la paleta (César Pérez Herranz) apoyado por una banda sonora ambiental, efectiva que acompaña y refuerza los instantes dramáticos, compuesta por Oscar López Plaza (Un novio para Yasmina). 

Una férrea dirección que extrae lo mejor de las pasiones humanas, como en la interpretación de la “sufridora” Raquel Infante (Amar es para Siempre). Una revisitación en clave provinciana del “noir” menos académico, que ha recibido, merecidamente, el premio del público del X Festival Internacional de Cine Policiaco de Lieja y pasó por la sección oficial del 42 Festival de Cine Iberoamericano de Huelva., hasta clausurar esta onceava edición del Festival de Cine Inédito de Mérida. Un debut prometedor. Un viaje sin retorno hasta el primer fotograma, de la mano del destino. Un paso más para el patrimonio cinematográfico de nuestro terruño. Enhorabuena.

Lo mejor: La naciente industria extremeña con producciones como Garantía Personal, El País del Miedo, Genti di Muerti. Un Novio para Yasmina, El Emblema.


Lo peor: El comienzo, treinta minutos después del horario anunciado. La (ligera) claustrofobia de la sala. 



jueves, 17 de noviembre de 2016

XI Festival de Cine Inédito de Mérida

                    

 A estas alturas la propuesta del Festival de Cine Inédito de Mérida y su apuesta por ese cine de difícil distribución, o de morosa aproximación a las pantallas, se ha convertido en una de las mejores ofertas (o la mejor) del panorama exhibidor extremeño y apuesta cultural de "qualité". La selección de filmes para esta edición sigue los cauces de calidad, originalidad y eclecticismo que caracterizan esta apreciable aventura. Si en la anterior edición el notable cartel anunciador (de reminiscencias davinchinanas) fue realizado por Crash Estudio Gráfico, en esta ocasión ha sido realizado por las alumnas de la Escuela de Arte y Diseño de Mérida, Zielo Díaz, Almudena Bermejo y Patricia Borrallo, con fondo pétreo de la Alcazaba.
 
Para la abertura, este certamen, se ha seleccionado la última obra de Xavier Dolan “Solo el fin del Mundo”. Dolan maneja a Cotillard, Seydoux, Ulliel y Cassel por espacios de concepto casi teatral, (no en vano la génesis esta en la obra de teatro de Jean-Luc Lagarce), de asfixia vocacional, de visceralidad a flor de piel. La verborrea es el escudo para ocultar las verdades. El primer plano es el arma elegida para eviscerar y radiografiar los personajes, con un manejo proverbial del timing y el flash back, en clave de parábola del hijo pródigo. Autocompasión, idolatría, maltrato psicológico, para el único de los finales posibles con puerta (y horizonte) abierto. Tanatofilia, imposibilidad de comunicación o envidia son alguno de los temas humanos a que se acerca Dolan, entre tonalidades azules y ocres para revelar los estados de ánimo, e interludios vieocliperos para los recuerdos y la huída mental. Gran premio del Jurado de Cannes.
 
La propuesta finlandesa llega de la mano de “El día más feliz de la vida de Olli Mäki. Atípica narración de agilidad narrativa y querencia boxística. La fotografía documental en blanco y negro, los diálogos duros y la huída del cliché caracterizan esta producción que huye de la estructura ya clásica derrota/entrenamiento/victoria que ha caracterizado otras aproximaciones al subgénero. Buen manejo de la cámara en las coreografías, delicadeza en la dirección para la relación amorosa de los protagonistas (Olli y Raija) A Olli le desespera el mundo mediático (entrevistas, focos) que rodea a los combates. La búsqueda de la felicidad del protagonista está únicamente en vivir, no en servir a las ideas de los demás.  Juho Kuosmanen elimina todo el adorno, toda la medallería, toda la narrativa visual del protohéroe pugilistico para mostrar un Olli Máki con un look alejado de los iconos de la narrativa de mamporro al uso. Ganadora del primer premio en la sección “Una cierta mirada”, este paseo por los años sesenta (pero de concepto atemporal), plena de humanidad, con un concepto sublimado del amor. Un antihéroe, afortunadamente lejano de los parámetros (fundamentalmente yanquis) del mundo del boxeo. Trasgresora y con una carga de profundidad de humanidad de la que carecen sus referentes. No ser el mejor, no es necesariamente un foco de infelicidad para el protagonista.
 
Acerca de la existencia, los deseos, las decisiones, las obligaciones sociales y esa palabreja tan al uso: procastinar. Estos son los elemente con que una excelente Barbara Lenni (que ya pasara por el festival con la notable “Magical Girl”, se aproxima, plena de registros, a un personaje cotidiano y claramente identificable con cualquier espectador. Nely Reguera se ha acercado a sus ancestros rodando exteriores gallegos con un notable naturalismo y una poesía de lo cotidiano. La autora utiliza el humor como acercamiento a situaciones vitales, casi minimalistas, como la indecisión la duda, la incomunicación, el estancamiento en la vida, las autoexcusas, etc. Tras su corto “Pablo”, un recital de miradas dialogantes y transmisoras de emociones, la directora se asienta con esta propuesta cínica, aguda, apuntalada sobre el humor, donde habla del largo y cálido sendero hacia la madurez. Atención a esta “María (y los demás)” posible candidata para las alfombras del Goya…

“Lady Macbeth” nos acerca a una Inglaterra rural en 1865. Drama sobre pasiones adulteras, desesperación y femme fatal en un entorno victoriano. El cortometrajista William Oldroyd elimina la penitencia postrera del drama shakesperiano, creando una heroína antipatriarcal y vocacionalmente amoral. Estructura minimalista en un entorno decimonónico. Fotografía de planos fijos, propuesta austera, neblinosa, mansiones rurales donde crece la rebelión de una protagonista maquiavélica (Florence Pugh), frente al patriarcado, frente a la sumisión marital. Una transformación que también se efectúa a nivel de vestuario. Del corsé y camisón eduardiano a la desnudez disfrutada como catarsis con el amante. La protagonista evoluciona cual mantis religiosa frente a la falocracia, con ambigüedad moral y un punto de perversión y crueldad. La película no esta basada en la obra del ilustre bardo ingles, nace desde el cuento ruso “Lady Macbeth de Mtensk”, de Nikolai Leskov, ya adaptada por Andrej Wajda. 1965. Shostakóvich escribió una ópera, que es un experimento escénico de acción cinematográfica. El film huye del academicismo y la formalidad del “cine de época”, evitando la adaptación “prestige”, mostrándonos una dramática seca, carente del romanticismo desaforado tan caro a la literatura de esta época. Psicología ruda, planificación reposada con conductas inquietantes, que no acusa los orígenes teatrales del director. Esta sequedad abarca hasta la ausencia de “score”. Una opera prima profética y prometedora con ecos bergmanianos y dreyerianos.
 
The Handmaiden
Inspirada en la novela “Fingersmith” (convertida en serie por la BBC), esta mezcla de thiller erótico, policiaco y ficción histórica esta dirigida por Park Chan Wook.. Dividida en tres partes como su referente literaria es una obra de fotografía poética, que no rehuye denuncias sociales, (ni elaborados entremeses eróticos) La huida del yugo de la masculinidad, el erotismo de qualité, estampas de un esteticismo elaborado, para elaborar una oda al amor y la sexualidad femenina. La búsqueda de la sensualidad (en lo visual y lo orgánico) levitan sobre esta hermoso film. Planos pictóricos, denuncia de los dogmas patriarcales, narrador omniescente, que le otorgaron el premio del público del Festival de Sitges. Esta producción, cuidada en lo externo hasta la extenuación, no se queda en la epidermis del celuloide. Es demoledora (con escenas rompedoras), pero sin perder el tacto o la sutileza, incluso en los momentos más eróticos. La adaptación de “Falsa Identidad” deviene un producto de estética extrema, moralidades abruptas, erotismo oral que descolocará a los “palomiteros” compulsivos.
 
Mared Ade dio el campanazo en Cannes con su tercera película “Tony Erdmann”, en la que el personaje finge vivir en una comedia constante para su hija adicta al trabajo. La búsqueda de la felicidad, el deterioro de lo afectivo, el sentido de la vida son el eje de esta premiada oferta. El film es una broma inmensa, dulzura y amargura con influencias de Cassavetes limitando (pero equillibrando) con el exceso y salvando el abismo de lo desconcertante, la incomodidad y lo ambiguo, gracias a las enormes interpretaciones de Sandra Hüller y el austriaco Peter Simonischek y el dominio del timing. El comportamiento del padre (auténtico bufón) convertido en catarsis, creando un personaje inexistente para salvar de la vida artificial a su hija, mediante recursos del teatro del absurdo. Sorpresa continua para el espectador, que desconoce que puede suceder en cada momento. En lo (levemente) negativo, el excesivo metraje.
 
La aportación gala llega de la mano de “Une Vie”, dirigida por Stephanie Brizé, premiada en Venecia. La adaptación de la primera novela de Guy de Maupassant, calificado por Tolstoi como la mejor novela después de “Los Miserables”, es un retrato naturalista sobre la vida de una mujer acaudalada en una casa aislada de Normandía. Desde el cortometraje y el mundo del teatro, el director llega hasta esta obra tras haber madurado su universo en obras como “Mademoiselle Chambon” (2009) o “La Ley del Mercado”, un alegato sobre la dignidad del proletariado (2015). “Una Vida” inauguró el Festival de Cine Europeo de Sevilla en su XIII edición. No es la primera vez que este cuento del  depresivo autor francés se refleja en pantalla. Maria Schell protagonizó, en 1958, a esta mujer engañada y humillada, en la película de Alexandre Astruc. El personaje de Jeanne Le Perthuis de Vauds, está interpretada; arrebatadoramente; por Judith Chemla. Al igual que en otra propuesta de este festival “Lady Macbeth”, la protagonista se ve envuelta en los convencionalismos decimonónicos y un matrimonio desafortunado. La habilidad de Maupassant para los refinados estudios sicológicos y las descripciones de la naturaleza humana están presentes en este film, alejado también de la pompa histórica y que huye de los encuadres grandilocuentes y la puesta en escena solemne de este subgénero historicista. El autor apuesta por la oscuridad, las sombras, los silueteados junto a una vela. Constriñe al espectador en 4/3 para resaltar la opresión, la claustrofobia, la falta de horizontes del personaje. “Una Vida” navega por los detalles cotidianos, las luces y las sombras, lo agridulce, lo bucólico, la dialéctica retrospectiva, el naturalismo tan caro al escritor francés, ofrecidos en un formato casi cuadrado. Es un retrato en grises, donde la protagonista trata de enfocar la vida con un “no todo es tan malo”, enfrentándose a todo a base de un amor ciego. Excelente fotografía cámara en mano, planos largos; casi prescindiendo del plano/contraplano y escasa profundidad de campo para acentuar la extrañeidad movimientos bruscos o seccionamiento de partes del fotograma,. Los grandes saltos temporales, son la apuesta visual y estética de esta película de banda sonora destacable. También acentúa la utilización de la elipsis narrativa para aquellos sucesos que se dan por sobreentendidos. El premio FIPRESCI de la “Mostra de Venecia”, fue más que merecido para esta austera, minimalista y deliciosa propuesta, que si bien no es completamente “inédita”;  hubo dos proyecciones de esta asfixiante historia en el Lope de Vega, para continuar en los Cines Nervión; hasta este momento era desconocida en nuestros lares. Esta antihéroina que muestra su vida; negativo fotográfico de las mujeres Brönte o las protagonistas del mundo de Jane Austen; emociona y deja huella.
 
La propuesta extremeña llega de la mano de Rodrigo Rivas, con su película;  seleccionada para el Festival de cine policíaco de Lieja; “Garantía Personal”. Tras pasar por el Festival de Huelva, la producción de Estudios Auriga y Derivas Films, está interpretada por Belén López, Carlos Tristancho y Valentín Paredes, con el apoyo de la Junta de Extremadura y Canal Extremadura TV. El fantasma de la crisis se hace patente en la obra de Rodrigo Rivas, donde una mujer ha de luchar contra sus acreedores.
 
“La Estación de las Mujeres” navega por el proceloso mar de la misoginia visceral del país en que se desarrolla. Cuatro mujeres de una pequeña población de La India se enfrentan a las tradiciones que las esclavizan. Un mensaje hermoso y aleccionador, pero me temo que ilusorio y complicado en el mundo real. Quizás pecando de reiterativa en el mensaje, la obra muestra algunas de las lacras culturales de ese país: las bodas acordadas con desconocidos de muchachas jovencísimas, el machismo imperante, etc, con notables interpretaciones de las féminas.  Bienintencionada y llena de vitalidad, acusa la escasez de medios, el ritmo narrativo no fluido y la impostura para representar la realidad. Destaca el modo particular de cada mujer para asimilar o enfrentarse a la situación opresiva y ancestral, pero también la realidad de que muchas de estas actitudes machistas son reforzadas por ellas involuntariamente. como el intento de recuperar el poder con la sexualidad como en la Lisistrata de Aristófanes. Buenos diálogos, huida del tremendismo del asfixiante ambiente mediante la alegría. “La Estación de las Mujeres”, es un cuento moral lleno de esperanza y optimismo, con un mensaje de universalidad pese a estar situado en un entorno tan cerrado, lleno de actores no profesionales, costumbrismo y ganas de vivir. Rodeados de la paleta ocre y anaranjada del desierto de Rajasthan contrastando con los coloridos saris y el color viudedad de Rani; secando ajís al sol; hacinadas en las cabañas oscuras y claustrofóbicas, luchando contra la resistencia varonil a las tecnologías. El contrapunto dramático contrasta con los bailes; casi bollywoodianos; y los momentos hilarantes. O agridulces. La vida real es mucho más terrible que todo esto, desafortunadamente.
 
El Festival se complementa con una maratón de cine de terror ecléctico y contemporáneo.
“The Gest” no se encuadra exactamente dentro del género de terror. Es un sicothriller con reminiscencias del “Teorema” pasoliniano y la alargada sombra de Carpenter o Cameron sobre una entretenida y ochentera propuesta al día del “enemigo dentro de casa”. Plena de clichés y referencias facilotas, se sostiene sobre la interpretación de Dan Stevens. Una obra no demasiado estimulante, involuntaria parodia de las producciones videocluberas de los ochenta, que acompañada de unas palomitas puede transmitir algún susto al personal de butacas. Un cóctel de referencias multigenéricas, simpáticas, resultonas y lúdicas que no va más allá de sus escasas pretensiones. Al menos es más consecuente (y divertida) que otros; presuntamente sesudos; discursos narrativos.
 
“Lo que hacemos en las sombras”. Con vocación de comedia de culto, los directores Taila Waititi y Jemaine Clement, construyen una propuesta delirante (vía Monthy Pyton) sobre los avatares de un grupo de vampiros contemporáneos, con piso estética “estudiantes”. En las antípodas de otros productos más “teen” o bañados en hemoglobina, este falso documental se adentra en la vida cotidiana de una pandilla de vampiros que comparten hábitat. Jugando con las convenciones del género (espejos, régimen alimenticio) el guión dinamita y subvierte los valores principales sobre los que se apuntala la literatura vampírica. Repleta de gags, inteligencia y talento rocambolesco.

“Bone Tomahaw” es una revisitación/recreación del wenstern clásico, con visión ultracrepuscular, pasada por la turmix del gore, de la mano del afamado novelista S. Craig Zahler. Este reverso fotográfico que espejea “Centauros del Desierto” se abastece de las excelentes interpretaciones de un maduro Kurt Russell y de un extraordinario Richard Jenkys, trasunto del Walter Brennan “fordiano”, entre otros. Seca, áspera, con notables diálogos y una utilización del paisaje como enemigo (y colinas que tienen ojos) para subvertir los códigos genéricos. Bella historia de perdedores, que es una de las más notables aportaciones a la mitología del oeste de los últimos años. (Y al cine mondo). Con trogloditas incluidos de serie.


It Follows. Con reminiscencias argumentales del Carpenter iniciático, y un ¿peligroso? mensaje de conservadurismo sobre una maldición transmitida por promiscuidad juvenil, llega este film, una de las sorpresas de los últimos tiempos. Recelosa del susto gratuito (lo cual se agradece) con claras referencias visuales setenta-ochenteras, cuidada puesta en escena e incomoda, con bicho busca chica que peca de repetitiva en la propuesta. Una actualización del juego de “tú te la llevas” en clave cabronaza.

martes, 8 de noviembre de 2016

Coro Amadeus en Calzadilla de los Barros

                                     


Los “Tres Epitafios para la Sepultura de Don Quijote”, compuestos por el mexicano Rodolfo Halffter, fueron las obras elegidas para prologar este hermoso programa que contenía poemas musicados de algunos de nuestros mejores literatos. Halffter, exiliado en el país azteca; como tantos españoles; contribuyó a la cultura mexicana no solo con composiciones, también con investigación, docencia, pedagogía o crítica. El Quijote y su carácter universal se vuelven elemento de referencia. Estas obras fueron estrenadas en los llamados “Conciertos de los Lunes”. Eventos en los que estos compositores exiliados (la generación del 27 musical), presentaban sus obras. Se realizaban en la desaparecida Sala Schieffer. El “Epitafio para la Tumba de Don Quijote” fue mostrado junto a otras piezas musicales conmemorando el cuarto centenario del nacimiento de Cervantes. Escrita en 1947, el autor no concluiría la trilogía hasta 1954. Creadas en un momento de acercamiento al dodecafonismo por parte de Halffter. Sin embargo, amén de la liberación de disonancias, la conversión de cada una de las notas en un ente independiente propias de este concepto, también se hallan rastros de Neoclasicismo en la partitura. La interpretación de "Amadeus", evocadora, con perfecto empaste, se mixturó con la belleza del retablo renacentista de esta iglesia. Destacar la segunda parte de la trilogía, dedicada a Dulcinea. Notas largas recreando el nombre de la amada de Don Quijote, de aire renacentista. Quizás la obra más intensa de la trilogía. En el pimer segmento hay utilización estructural en forma de lied y una inclinación homofónica de las voces en el primer epitafio. También hallamos una estructura rítmica utilizando la prolación mayor y menor; tan propia de la época de Cervantes. En el segundo se pasa a la estructura tripartita del emotivo epitafio “Para la sepultura de Dulcinea”. 

En el primer epitafio hay un ritmo de danza similar a la petenera, mientras que el segundo, el autor retorna a modos cervantinos con el uso de hemiolias. Halffter reserva una estructura tripartita variada y una muy significativa coda final para el tercer epitafio titulado “Para la Sepultura de Sancho Panza”, que se aproxima a un modo de cierre final no de este epitafio, sino de la trilogía. La huida de adornos o retórica, sumada a la estructura polifónica clásica; de escritura desnuda; caracterizan este panegírico, austero, de voces rectilíneas y limpias, nostálgico, evocador, que traslado al público a los eriales de la  Mancha, en la única obra escrita para este género por el compositor.

Reposa aquí Dulcinea;
y, aunque de carnes rolliza,
la volvió en polvo y ceniza

la muerte espantable y fea.
Fue de castiza ralea,
y tuvo asomos de dama;
del gran Quijote fue llama,
y fue gloria de su aldea

Del catedrático, pianista y compositor granadino, Ricardo Rodríguez Palacios, la coral eligió una de sus innumerables composiciones. La parte 2 (Memento) de su “Trilogía del Cante Jondo”, dedicada a la memoria de Paco de Lucía. De inspiración "lorquiana", esta obra mixturó la voz y la palabra dejando sabor flamenco en nave de la  iglesia. Quejíos y pellizco entre las policromadas tablas del retablo.

 
Del autor de Los Santos de Maimona, Juan Alfonso-García, la agrupación desarrolló un poema musicado del insigne Antonio Machado. Realizada como encargo del centenario del poeta, esta machadiana muestra de sentimiento profundo y tristeza absoluta, escrita a la muerte de su esposa, recibió el mejor tratamiento musical posible. ´
La fusión entre melodía y letra es soberbia. El hondo sentimiento del poeta castellano se hibrida con una melodía lenta, intensa y soberbia que absorbe todo el dolor de este inmenso poema, que Amadeus interpreta (pausadamente  y con expresión) recomienda la partitura; con una intensidad dramática que eriza el vello.

Señor me cansa la vida.
Tengo la garganta ronca
de gritar sobre los mares,
la voz de la mar me asorda.
Señor, me cansa la vida
y el universo me ahoga.
Señor, me dejaste solo,
solo, con el mar a solas.

O tú y yo jugando estamos
al escondite, Señor,
o la voz con que te llamo
es tu voz.

Por todas partes te busco
sin encontrarte jamás,
y en todas partes te encuentro
sólo por irte a buscar.

Compuesta tan solo en una semana, la obra de Juan Alfonso-García (gran improvisador al órgano) ha pasado a ser un Standard para el repertorio de las agrupaciones corales. Como dato anecdótico, añadir que este gran músico e inmenso compositor, autor de innumerables obras para coro (premio Andalucía de Música de la Junta de Andalucía. 1991) fue profesor de Ricardo Rodríguez Palacios, que a su vez fue profesor del director del coro Amadeus, Alonso Gómez Gallego.

Cambiando totalmente de registro se pasó a una obra sólo apta para “connaisseurs” y espectadores curtidos. Parte de  tríptico “El Martirio de Santa Olalla”; del malogrado Rodríguez Palacios. Se interpretó el tercer número: Infierno y Gloria. Obra de difícil arquitectura, con acordes disonantes buscando la expresividad en la notación y de concepto impresionista. Trata de transmitir  los textos de García Lorca acerca del martirio de Santa Eulalia, la patrona de Mérida. Partitura descriptiva y de sonoridad desconcertante. Una sección del coro abandona la fila, simbolizando esa separación entre la carne y el espíritu, manteniendo una melodía de cadencias gregorianas y culminando en la palabra “santo” en un hermoso efecto plástico y vocal.

Después tocaba discurrir por otras texturas sonoras con la  interpretación de "Spanish Folk Song 5", del compositor burgalés Alejandro Yagüe. Basadas en el cancionero de Federico de Olmeda. Estas canciones se encuentran en diversos cuadernos (tres piezas cada uno), donde se hace una reelaboración compositiva a partir de melodías modales. Más de treinta canciones de raíces burgalesa (fiesta, boda, siega, ronda). Se caracterizan por sonoridades extremas, disonancias arriesgadas. En el cuaderno 6 el virtuosismo contrapuntístico es la marca de la casa. Estos cuadernos son una verdadera enciclopedia de música vocal. EL “Cuaderno 5” contiene: 1.Esta Noche. 2. A tu puerta. 3.Ya viene San Juan.
 



Tras los fuertes aplausos, se dio paso a Los “Cantos Asturianos” de Julio Domínguez, fundador de los grupos corales “Camerata ad Libitum” y “Camerata Vivace” (exclusivamente femenino). Estas cantos forman parte del programa de multitud de agrupaciones. “Si la nieve resbala” (popular asturiana) fue desgranada por las voces de los cantores, destilando la profunda belleza de su armonía y la quietud bucólica del paisaje. En algunas reseñas aparece como autor de la música el organista Marcos Vega. Al no encontrar ninguna grabación de ésta versión, damos por hecho que se trata de distinta melodía para una letra popular, recogida del cancionero realizado por Eduardo Martínez Torner nº 90, o del Cancionero Popular Infantil de Juan Hidalgo Montoya (pag 121).La única certeza es que se trata de un tradicional anterior al nacimiento de Julio Domínguez (1965), que adornan los “arreglistas” y enriquecen armónicamente. El “Chalaneru” fue interpretado a continuación para terminar esta visita a los verdes “praus” de Cantabria. Esta canción lavianesa, tiene distintas versiones. La cántabra es distinta a la leonesa en cuanto a letra. La versión leonesa incide en aspectos rítmicos y de Reconquista, mientras la versión asturiana esta más cerca de lo amoroso y lo pagano. La música es la misma. El grupo leones “La Braña” tiene una grabación. Incluso Joan Baez destila una versión de este tradicional.
“Ya se van los quintos madre” con arreglos de la extremeña Carmen Perez-Coca, directora del coro de la UEX, siguió en el orden del programa. Quizas la obra más popular y reconocible para el público.

Emil Cosseto enriqueció el popular “Zorongo” que ya rescatase Federico García Lorca. Autor de música coral y óperas (entre otras) bebe del folklore croata, sefardí o en este caso, del más “jondo” sentimiento andaluz.

La luna es un pozo chico
las flores no valen nada;
lo que valen son tus brazos
cuando de noche me abrazas

El zorongo fue un baile en boga durante la época de la tonadilla. Se hizo popular entre las agrupaciones zámbricas del Sacromonte en Granada. Lorca lo recopiló en su colección de canciones populares antiguas, haciendo unos arreglos para voz y piano. Esta versión para piano a cuatro manos (Alberto Pérez y Jose Luis Perez Romero), solista  y coro mixto, hicieron las delicias del público asistente. Esta joya del siglo XVI, pintada por Antón Madrid, servía de telón de fondo a la subyugante interpretación. Unos momentos inolvidables para quienes tuvieron la suerte de asistir. Felicitaciones para las tres solistas: Carmen Becerra, Macarena Rivas y Vicenta Mata. Reiterar la estimable aportación cultural de Amadeus al acervo cultural extremeño, rescatando partituras, divulgando armonías y ennobleciendo espacios tan notables como esta iglesia del Salvador con su hermoso retablo tardomedieval. Enhorabuena. La próxima cita de Amadeus en Guadalupe constará de obras inéditas del archivo del monasterio. Una propuesta irrepetible en un ámbito único. Todavía están a tiempo.












viernes, 4 de noviembre de 2016

Ara Malikian en Badajoz. Los Siete Magníficos

                           
Apenas han transcurrido tres meses desde que en este blog se reseñaba la interpretación de Ara Malikian entre las piedras milenarias de Mérida. (Si las piedras hablaran). En aquella ocasión el violinista se arropaba con la Ara Malikian Symphonic para impregnar de su música la romana capital. Sobre el escenario del Palacio de Congresos de Badajoz, antes de comenzar el concierto, se vislumbran las posiciones que van a ocupar los músicos bajo unos tenues focos. <<No traen la orquesta>>, susurran algunos seguidores temerosos de la espectacularidad del evento. Los primeros compases con la cuerda en pizzicato, y en semioscuridad,  revelan que el libanés se ha apoderado del escenario. Ara Malikian va a efectuar su exorcismo, acompañado de sus habituales músicos, habitados de un espíritu entre gótico y Mad Max. 
Tras un prologo con los violines a modo de guitarra interpretando en pizzicato " Dzorarev", los siete magníficos atacan Backgammon, con un humorístico homenaje final a “Misión Imposible”. A continuación “Pisando Flores” llena de sus evocadoras notas sefardíes el auditorio. Previamente el solista ha regalado al público su historia de cómo terminó tocando en bodas judías, para componer finalmente este rítmico divertimento. Ara ha empezado a calentar y su melena de león libanés comienza a sentir las primeras acometidas de su peculiar (y física) forma de interpretar. Endiabladas digitaciones para esta danza de inspiración judía. Aunque siempre me ha parecido que esta obra fusiona lo "manouche" y lo hebraico con ese toque zíngaro que tanto hace disfrutar al interprete. A estas alturas nadie echa de menos la orquesta. La certera viola de Humberto Armas, el violín del multipremiado Jorge Guillen, la hábil percusión de Nantha Kumar, el vibrante contrabajo de Tania Abad (estudios superiores en el Conservatorio de Badajoz), el ritmo sincopado de Héctor “el Turco” y la nostálgica cuerda del chelo de Cristina López, se han apoderado del escenario (y del público). Tras narrar sus humorísticas peripecias con el cantante Boy Georges (Ara podría ser un monologista de entidad, si decidiera dejar el violín), la agrupación se enfrenta al “Paranoid Android” de Radiohead en una hermosa versión, agradecida por el público. El armenio se saca de su manga (es un decir, ya que su vestuario carece de ellas) su famosa Fantasía X, a la que le añade el gentilicio de cada población que visita. Esto le permite interactuar ( y bromear) con el público acerca de los nombres de las ciudades. Esta "Fantasía Pacense" fue largamente aplaudida. A continuación entre historias de jamones ibéricos y picos, Ara ofreció lo que según él era “jamón patanegra”: La Danza Española, perteneciente al drama lírico “La Vida Breve“de Manuel de Falla. 
Impecable la interpretación de esta obra juvenil del autor, impregnada de impresionismo y de un tardío romanticismo, adoptando el tiempo de las seguidillas flamencas, algo peculiar a las dos danzas de esta obra, donde se superponen perfiles melódicos y esquemas rítmicos  flamencos variados. 
Se imponía un cambio de tercio y la formación acometió el “Vals para Kairo”. Esta hermosísima obra, desmiente la teoría de Malikian de que sus obras son los “picos” del jamón. Una melodía que remite a escenas chaplinianas o planos oníricos de Fellinni. Hermosa, evocadora, compleja en su aparente sencillez. Una de las favoritas de sus seguidores. Una versión no demasiado “canónica” del "Verano" de Antonio Vivaldi, permitió el lucimiento virtuoso de los músicos, a la vez que emocionaba al público. El malogrado David Bowie también tuvo su lugar con la emocionante versión del Life on Mars. El músico de melena leonina se recrea en variaciones sobre la melodía del británico, de gran belleza plástica y emotiva. 



En todos los conciertos una de las obras más celebradas por los asistentes es la tremenda transcripción que la agrupación ejecuta del “Kashmir”, mascaron de proa de las leyendas del rock "Led Zeppellin". Esta pieza permite que Malikian “vaya a su bola”, con improvisaciones, imitación de los “riff de las guitarras eléctricas y ese soberbio dominio de las notas agudas, entre la complicidad del grupo que se divierte mientras mantiene la base rítmica (con un contrabajo que nace desde las tripas) para que el armenio recorra el mástil de su instrumento de cabo a rabo. La partitura ejecutada (tras el correspondiente monólogo) fue "Misirlou". Una canción tradicional del Mediterráneo oriental, cuya versión más popular fue la realizada por Dick Dale; el pionero del surf rock;  y popularizada por la película “Pulp Fiction”. Ara dialoga con los  otros instrumentos cara a cara, corretea por el escenario y busca la complicidad de un público entregado para dar palmas. A estas alturas podría tocar la música del telediario que a sus fervorosos seguidores no les importaría. Tras este ejercicio de perfección técnica, digitación envidiable, donde el intérprete se explaya con sus onomatopeyas sonoras, rinde homenaje a Paco de Lucía con “Zyriab”. 

Paco de Lucía la escribió como panegírico para el músico cordobés Abu l-Hasan Ali ibn Nafiinventor del plectro. La melodía arábigo-andalusí le permite emular los rapidísimos “picados” flamencos en su instrumento, mientras la viola le acompaña con un rasgueo guitarrístico, ejecutando un duelo con el segundo violín y juega con las compleja notación de la obra. 
No podía faltar el Ara Malikian solidario que compuso para el genocidio del pueblo armenio esa obra (inmensa al parecer de este cronista) que se llama "1915". Hermoso lamento resuelto en notas que evocan llantos, como una letanía sorda. Como un ramillete de lágrimas dormidas que producen inquietud y profunda tristeza. El Malikian compositor, le hace sombra al Malikian intérprete en este rendido homenaje a las víctimas universales de toda violencia. Sereno legado para el dolor humano. 
Después de llevar al público durante el concierto alrededor del mundo; y de la historia de la música; cesa en sus carreras, saltos y equilibrios para destilar la obra con la que suele despedirse. No es mala elección. Un hito de la música clásica: el "Air on the G string, de J.S Bach". Una pieza que tras su aparente sencillez, esconde una belleza inabarcable. El arreglo realizado por el violinista August Wilhelmj se ha convertido en estándar para una melodía alquímica, con sus tonos largos frente a figuras que se van moviendo. Con ese acento rítmico en las notas circuladas. Este momento permite que Ara Malikian pasee por las escalinatas del Teatro Romano, por las escaleras del Palacio de Congresos o por la Plaza Mayor de Coria. Le deja explayarse. Navegar entre un público entregado, mientras desgrana lentamente; sin apresuramientos; algunas de las notas más hermosas de la historia de la música. Un broche de oro para una noche mágica e inolvidable. Hasta la próxima, Ara Malikian.



jueves, 3 de noviembre de 2016

El Retablo de la Maravillas. Morfeo Teatro. 39 Festival de Teatro de Badajoz

      







Que el insigne manco fue un maestro en asaetear la vanidad mundana, la arrogancia insustancial (hoy denominada postureo), la fatuid sin fundamentos (tan de actualidad en nuestra clase política), es algo que transmiten a la perfección los miembros de Morfeo Teatro, una de esas agrupaciones empeñadas (noblemente) en mantener vivo el verbo áureo y la carga de profundidad social de nuestros clásicos. Si en la pasada edición del Festival, la compañía nos regaló la mordacidad certera y la crítica ácida del lenguaje Quevedesco con su excelente “La Escuela de los Vicios”, para esta edición la propuesta está basada en el cervantesco universo. El manco de Lepanto utilizó los “Entremeses” para fustigar con el látigo de un humor clarividente y satírico, las falsedades exteriores, la miseria cultural o la burda inteligencia de los estamentos mundanos y espirituales. En “El Retablo de las Maravillas” se juega con la apariencia, la convención social, el papanatismo de los gobernantes de hombres. Baste observar los nombres de los fatuos personajes: Castrado, Capacho, Gomecillos y Repollo, para admirar el proverbial sentido del sarcasmo del autor manchego respecto a las “gentes de bien nacer”.


Morfeo ha destilado frases de diversas obras de Cervantes, incluso del Quijote, para trasladar las vivencias y usos de su época. Al fin y al cabo, siguiendo el “que nada humano me sea ajeno” de Publio Terencio, la humanidad desemboca en los mismos errores una y otra vez. Por eso los textos adaptados por Morfeo Teatro son de una actualidad doliente. Los dos cómicos que muestran a los jactanciosos gobernantes un retablo lleno de maravillas, que tan sólo pueden ver los que guarden las condiciones necesarias, nos remiten al “postureo”, la mediocridad y la banalidad de nuestra clase política, pero domeñado por la palabra mágica del genio cervantino. Este “retablo” llega habitado de espíritu picassiano, donde vanguardismo y barroco se dan la mano El ojo “que todo lo ve” del Guernika , vaciado de personajes, preside la escena. Una suerte de sillas cubistas y un telón que en algunos instantes, jugando con la iluminación, nos remite al tenebrismo zuloagiano (apoyado por la iluminación de Jose Antonio Tirado). 
El preludio es desarrollado por los protagonistas, ataviados como personajes de la “época azul” con reminiscencias de La Comedia del Arte, bajo un telón abocetado de influencias expresionistas y cierto trazo que remite las viñetas de Mingote. Los pecados nacionales que ya se entrevieran en “La Escuela de los Vicios”, crecen y maduran a la sombra de la estulticia y el papanatismo de los personajes. Adquieren aspecto de esperpento valleinclanesco, remitiendo al famoso cuento de “El Traje Nuevo del Emperador”, donde todos fingían lo que no veían para no ser señalados. Morfeo Teatro introduce al autor de los textos en las tablas como un personaje más, interpretado por Joan Llaneras (verbo cálido y dicción clásica), componiendo un personaje certero, pleno de matices. Llaneras ya recibió el premio Ercilla 2002 por interpretar al personaje del “caballero de la triste figura” en “El Viaje Infinito de Sancho”. Mayte Bona y Paco Negro conducen la sátira con clara dicción y expresión corporal adecuada a los bufonescos personajes, vestidos de traviesos arlequines que juegan con la falta de sesera y las ansias de apariencia de los gobernantes. 
El peculiar timbre de Paco Negro y la madurez escénica de Mayte Bona, dotan de densidad de dos personajes (timadores de timadores) anclados en la picaresca nacional, pero indultables, ya que aquellos a los que timan son aún mayores pícaros (y bobos por añadidura). Obra no apta para todos los públicos, ya que exige profunda atención a la solidez de los textos, que, aunque aliviados por la vis cómica y el trazo picaresco, no dejan de albergar en su interior las profundas reflexiones cervantescas.


“Por la calle del ya voy, se llega a la plaza del nunca”, cita el personaje interpretado soberbiamente por Joan Llaneras. He aquí la magia cervantesca. Su hiriente actualidad. Su flagrante contemporaneidad representada en la fisicidad de los cargos electos. La comicidad de Felipe Santiago (ya hiciera gala de ella en “La Escuela de los Vicios”, la esperpéntica plebeya con aspiraciones interpretada por Mamen Godoy o las eficientes perfomances de Adolfo Pastor y Santiago Nogués (vestidos por  Gabriel Blesa) completan el poker de vanidades mundanas. Coqueteando con trazo negro, el exceso, la farsa, incluso en instantes con lo escatológico, pero sublimado por la selección de textos y fragmentos de obras como La Elección de los Alcaldes, El Coloquio de los Perros, Pedro de Urdemalas, El Quijote o El Juez de los Divorcios. 
El monólogo final del escritor ante la muerte es de los que dejan huella en el respetable. Cervantes (puesto ya el pie en el estribo) se despide de la vida transmutado en su personaje. Vislumbrando gigantes en la lejanía con los que entablar batalla. Un elaborado juego de espejos, donde autor, obra y personajes se dan la mano. Morfeo Teatro ha elevado muy alto el listón con esta versión que el manchego escribió, basada en un cuento oriental. Chanfalla (Felipe Negro) y Chirinos (Mayte Bona) devienen personajes universales y de rabiosa actualidad. La compañía, empecinada en conservar y actualizar nuestros tesoros literarios clásicos, acierta de pleno con este “collage” donde se dan la mano Picasso, Valle Inclán (lo esperpéntico) y la palabra inmortal de Miguel de Cervantes, aderezados de manuelfalliana melodía o madrigal renacentista. Esta propuesta barroco-cubista (vocacionalmente metateatral) de Morfeo Teatro es recomendable y altamente disfrutable. Largo me lo fiáis, amigo Sancho, para elevar el listón.