viernes, 10 de noviembre de 2017

Orquesta de Extremadura. y Coro de Cámara de Extremadura. Sinfónico 3. La Revolución Francesa y las Cortes de Cádiz.




Para este tercer “Sinfónico” de la Temporada, la Orquesta de Extremadura rememoró la guerra entre Austria y Francia tras la revolución francesa con la Misa nº 10 en Do Mayor o “Missa in Tempore Belli”, (Misa en tiempo de guerra), tal como se encuentra en el manuscrito autografiado por el propio compositor vienés. La otra partitura es la Sinfonía que Beethoven estrenara para un concierto de caridad para soldados heridos: Sinfonía nº 7º  en la mayor, op. 92.

La orquesta acometió lenta y sosegadamente el primer movimiento, uno de los más largos compuestos por el alemán, bajo la certera dirección de Víctor Pablo Pérez, cuyo lenguaje corporal semeja acompañar la intensidad de los diversos cambios de ánimo de una obra, que es esencialmente expresión de sentimientos y ha dado lugar a controvertidas interpretaciones. Música pura, sin coartadas descriptivas, sin la búsqueda de evocación, de imaginería, que carga con el lastre de haber sido compuesta después de la programática “Pastoral”. Un ritmo reiterativo y obstinado, basado en el pie dáctilo, que hace emerger el espíritu vitalista de la Sinfonía, teñido de influencias pastorales y canciones populares germanas (La Danza del Abuelo. Siglo XVII), sublimadas al estilo “guerriero” (casi una siciliana acelerada).

Después la orquesta pasa al allegretto, memorable y noble, teñido de sutil melancolía. Una obra extraordinaria de estructura modélica, simplicidad y perfección. Aquí la melodía, de reminiscencias célticas y pie dáctilo lento, (claramente perceptibles en el dúo), pasa a ser una mera espectadora, convertida en línea que juega al contrapunto con las demás voces, deviniendo en anécdota, un poco solapada por la fuerza de los acordes lentos, el patrón rítmico riguroso y la armonía etérea. El segundo movimiento es de una intensa y misteriosa melancolía que la orquesta acometió con hondo sentimiento y depurada técnica, obteniendo un instante mágico. 


Unas variaciones dibujadas con sentimiento arrebatador, donde se van incorporando los instrumentos como gemidos. Cuando esta presente toda la orquesta se intercala un nuevo tema, cellos y contrabajos contra los tresillos de los violines en un movimiento arrebatadoramente romántico. Los diversos grupos instrumentales recorren este motivo triste hasta llegar al vibrante tutti orquestal. Nuevamente la inspiración escocesa en la balada (Oh! Tell Me, Harper)

El tercer movimiento es un Scherzo, en forma ternaria, con influencia de los himnos religiosos de peregrinos de la Niederösterreich (Baja Austria), tema de raíz popular que se sostiene sobre un pedal de los violines. Un brinco de alegría desatada convertida en danza.
Para el prodigioso “finale” (Allegro con Brío), una dionisiaca melodía que los instrumentos acometen plenos de energía en húngara danza frenética (se acusó al compositor de estar ebrio al componer este movimiento). Este movimiento en forma de sonata se supone representa la furia del dios Baco (vaya usted a saber porqué) Una exposición sobre un tema irlandés (La Sabia Nora) de corte marcial. Para el que suscribe; una catarsis final; un cierre profundo y perfecto, compartida por todo el respetable con numerosos aplausos. Una coda brillante después de los acordes graves y oscuros del desarrollo.
 

                                        Missa in Tempore Belli

Los movimientos “Benedictus” y “Agnus Dei”, contienen referencias a la batalla y la obra también es conocida como “Paukenmesse” en base a la dramática intervención de los timbales y metales en la última sección de la misa, unos sonidos militares que se mixturan casi con una oración por la paz. El hermosos Kirie se abre como una sinfonía en forma de sonata, donde ya se apreció el excelente empaste de las voces del Coro de Cámara de Extremadura para un Largo/Allegro Moderato para Isabel Monar y Marina Rodríguez Cusí, donde el “Kirie” adquiere más importancia que el “Christie Eleison”, con tan sólo cuatro compases. Durante el “Credo” se aprecia el sentido de la estructura Haydiano y el coro se une antifonalmente a los solistas, con una interesante parte en obbligato para el chelo, que también tiene un momento intensamente emocional tras el potente  Gloria, de amplio lucimiento para el barítono (Qui Tollis Pecata Mundi)


Es apreciable el uso de los timbales, (Pauken, en alemán) un instrumento que Hadyn rescata del uso acostumbrado, que consistía en agregar efectos dramáticos a las trompetas y acordes de metal, a lo que el compositor (también timbalista) comienza a añadir nuevas posibilidades como en sus obras “Sinfonías nº 100/103”, esta última conocida como "Drum Roll".
En la cuerda del adagio del Sanctus, con ese bajo de estilo barroco, se encuentra el mejor Hadyn, pasional, capaz de retomar en ese hermoso “Benedictus” la intensidad dramática, tras unos compases “heroicos” y desgranar, jugando con las voces (en símil de pizzicato), por debajo de la melodía de la soprano en un efecto de una perfección deslumbrante.
Para Hadyn el proceso de composición estaba vinculado a la espiritualidad, llegando  incluso a componer con un rosario en la mano. Añadamos la libertad de creación que le proporcionaba ser el músico más aclamado de la época La belleza de esta obra es un sublime legado que los solistas acometieron con perfección técnica y sentimiento. La Missa in tempore belli tuvo lugar el 26 de diciembre de 1797 en la Primitae (primera celebración de la Misa) del sacerdote recientemente ordenado Joseph Franz von Hofmann.
Haydn toma la opción poco ortodoxa de comenzar el Benedictus en el modo menor, y las notas de octava staccato sigilosamente furtivas en la introducción orquestal aumentan el estado de ánimo bastante inestable.
Haydn ofrece su propia resolución musical para el conflicto en la conclusión de 'Dona nobis pacem', donde el coro al unísono proclama 'pacem' ('paz') y el sonido de las trompetas.

Quizás la parte más intensa es ese “Agnus Dei” en F Mayor que comienza con un susurrante y espiritual adagio, con empleo emocionante de los vientos para culminar en mas presto “Dona Nobis Pacem”, absolutamente atípico desde el concepto litúrgico, Más cercano a lo épico;  dibujado por la coral con gran conjunción y una hermosísima paleta de colores. Certeras y plenas de sentimiento las intervenciones de los solistas: Isabel Monar, Marina Rodríguez-Cusí, el extremeño Víctor Sordo y Sebastiá Peris, en una partitura que no esta escrita precisamente para su lucimiento, dadas las breves intervenciones. Un excelente concierto de la Orquesta de Extremadura, el Coro de Cámara de Extremadura, dirigidos por  Víctor Pablo Pérez.

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.