jueves, 8 de enero de 2015

Los Chicos del Coro en el Teatro López de Ayala




Escuchar un coro de voces blancas es uno de esos placeres sensitivos que transmiten calma y equilibrio al espíritu. Es quizás su ausencia de color, la pureza primordial, junto a la carencia de vibrato y escasa extensión (una octava) en las pequeñas laringes, lo que proporciona ese sonido irrepetible, etéreo y casi irreal de los coros infantiles. Es preciso realizar una técnica foniatoria correcta para no dañar en el futuro las cuerdas vocales de los pequeños cantores. Los coros blancos basan su existencia en lo efímero. Apresar el soplo de la voz que es y después no será. 



De ahí la profunda belleza del instante habitado. Les Petites Chanteurs de Saint Marc arribaron a la fama con la película Los Chicos del Coro, una de esas joyitas del cine galo que el bocaoreja convierte en producto de masas, aunque sus premisas de producción nunca le habrían prometido un futuro tan acogedor. El film triunfó por una combinación dramática contenida y sensible (no sensiblera) y una banda sonora potente, impactante de las que se adhieren a la piel después de abandonar la sala. Obras inolvidables, como Les Avions en Papier o Vois Sur Ton  Chemin, que los integrantes de esta nueva formación regalaron al público entregado en el Lopez de Ayala. Esta última obra fue interpretada por los dos coros participantes como colofón de la actuación, dirigidos por María Rodríguez Martín, arrancando intensos aplausos del; con frecuencia cicatero en halagos; público pacense. Las sublimes voces de los pequeños cantores fueron preludiadas por este Coro Ars Iuvenis de Montijo, que ofreció dos hermosas versiones: Hallelujah del canadiense Leonard Cohen, que se ha convertido en un estándar para estas formaciones, y la clásica melodía del cuarteto de Liverpool “Cuando tenga 64 años”, aplaudidas por la calidad interpretativa del conjunto vocal. Con coros como este, la palabra telonero esta de más.




El coro francés abrió con artillería pesada, recordando la banda sonora de la referida película, para desgranar a continuación algunas obras de su última grabación que lleva por título De Cine. Una experiencia donde los galos han mixturado canciones pertenecientes a musicales de éxito o bandas sonoras, junto a música sacra. Quizás en estas religiosas composiciones, es donde destacan y se aprovechan con más intensidad las características sonoras de esta formación, como en ese prodigioso Agnus Dei, o la impactante Benedictus. Las voces de Les Petits Chanteurs, empastan con limpieza y precisión. Detrás se adivina un trabajo sereno, maduro, que permite a los integrantes atacar con precisión conjunta la nota de inicio de una obra, cuando el teclado apenas la ha insinuado. Es en las notas altas, donde la conjunción de los cantores alcanza una belleza primordial, imposible para los coros mixtos adultos, y donde la especial característica de la voz masculina infantil imprime ese halo sonoro etéreo y evanescente que caracteriza las voces blancas. Obras como I´m Dreaming Of Love de la película (formidable alegato antibelicista) Joyeux Noel, entusiasmaron al público asistente por su belleza melódica. 

Una ardua versión del Supercalifragilistico, de la película Mary Poppins, de una dificultad respiratoria notable, el Do-Re-Mi de Rodgers/Hammerstein (Sonrisas y Lágrimas) o la simpática America de West Side Story, fueron interpretadas, dejando en el tintero otras, como el When You Upon a Star de Pinocchio y la popular Moon River, que desgranaba en la ventana la angelical Audrey Hepburn en Desayuno con Diamantes, a pesar de que figuran en las grabadas en el disco. A cambio la formación regaló, en atención a las fechas, un ramillete de villancicos que ofreció simpáticos instantes como la gutural pronunciación (Venite Adoguemus) de un hermoso Adeste Fideles. En el disco puede observarse ésta en el “Miseguegue Nobis”,de la obra Agnus Dei. También se agradeció el esfuerzo de adaptar Cielito Lindo como detalle para el respetable. Aunque; y esto es absolutamente personal; parte del público hubiera preferido menos espíritu navideño (hay montones de formaciones en estas fechas interpretando villancicos) y más del estilo en que verdaderamente destacan estas voces: las canciones escritas para ellos. O ya puestos, si se trataba de hacer música sacra, un poco de polifonía gala se habría agradecido en la linea de Clément Janequin, Philippe de Vitry, Guillaume de Machaut. o Pierre Certon. Es en este género donde las voces blancas adquieren matices grandiosos y coloristas. Pero es tan sólo la opinión de este cronista, que disfrutó de una tarde inolvidable con estos pequeños cantores, que a la hora de las firmas sufrieron la inclemencia del invierno pacense, vestidos con uniformes diseñados para zonas más cálidas.





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