jueves, 2 de junio de 2016

El País del Miedo. Francisco Espada

                               

Nos llega esta obra primeriza, con notables paralelos con el mundo de Carlos Vermut (irrupción de lo perturbador en lo cotidiano, el plano fijo, las localizaciones costumbristas), basada en el libro de Isaac Rosa. Una excelente novela que perfila paisajes urbanos para radiografiar el miedo; en la que el director ha realizado cambios argumentales (niño por niña) con un resultado efectivo y contundente. Porque plantearse la actitud que tomarías ante una menor psicópata, cuando el simple hecho de que el protagonista cogiese sus manos para no ser golpeado, supone una denuncia con marcas delatoras. Es para pararse a pensarlo. José Luis García Pérez (Cachorro, Buried) posee una larga trayectoria desde sus inicios en el C.A.T. En “El País del Miedo”, interpreta a Carlos, un idealista trasnochado que divide el mundo entre un sistema opresivo al que culpa, y los que carecen de oportunidades. 



La realidad le hará enfrentarse a otra cara de la sociedad que desconoce y no puede controlar. Frente a el está su Némesis (notable Eduardo Velasco), un policía de vuelta, sin escrúpulos, que no desea le sirva como tabla de salvación, pero al que tiene que aferrarse en su desesperación. Francisco Espada imprime un tempo lento a sus paisajes urbanos, a los interiores rutinarios y cotidianos, donde flota la inquietud de ese factor desconocido que; sin buscarlo; se introduce en la vida de Carlos para dinamitarla. La partitura incidental, atmosférica y minimalista; crea entornos de suspense. Escueta y sucinta. Hay muchas zonas de metraje en que apenas interrumpe los sonidos desnudos del día a día. El tema “So Far and Yet so Close”, una oscura nana, compuesta por Antonio Meliveo (Plenilunio, Solas), está interpretado por Lara Chaves y fue nominado a los Premios Goya 2016. El tema forma parte del leitmotiv, compuesta tras el rechazo de la versión de una famosa canción de cine americano, que según quienes poseen sus derechos representa los valores de la infancia. Cuando los garantes de la propiedad intelectual conocieron el fondo del argumento, Meliveo se vio forzado a componer con rapidez y escribir la letra. A veces la vida, juega buenas pasadas. 

La desnudez del entorno, las rutinarias comidas en la cocina, el cuarto angustioso del adolescente, contribuyen a crear una inquietud de la cotidianeidad, donde algo desconocido acecha el mundo ordenado en que habitamos. Donde la descomposición de la vida de Carlos, sostenida por la mentira es lo más terrible, ya que la normalidad más absoluta acompaña este descenso a los infiernos del protagonista. La relación entre Carlos y Cristina Plaza, es narrativamente fluida y creíble. Ya interpretaron a un matrimonio y la complicidad se percibe. Marina Recio debuta con potencia, componiendo un personaje creíble y potente. Una inquietante outsider. Una menor de rasgos sicopáticos que derrumba las estructuras morales del idealista Carlos. Francisco Espada da el salto a la dirección después de producir la premiada “Un Novio para Yasmina” (19ª Festival de Cine Español de Nantes, nominada a los Goya, 11º Festival de Cine Español de Málaga). La gramática visual es parca en travellings, utilizando el primer plano como coartada para la intensidad dramática, para filmar la fragilidad de Carlos, el aislamiento sensorial de su esposa o la patología social de Marta, también se utiliza el plano fijo para mostrarnos el deterioro psicológico. Prima la dirección de actores sobre el aparato pirotécnico, adivinándose el bagaje teatral del autor (La Cuarta Pared) en un rodaje sin storyboard. La violencia es soterrada, tácita. Se encuentra más en esos instantes, que transmutan poco a poco; pero inexorablemente; el concepto del mundo de Carlos, que en el uso de explosiones y coreografías tarantinescas. Una violencia mucho más terrible, si cabe, por lo que tiene de tortura interior (excelente Jose Luis García), de crónica de una tragedia anunciada. 


A lo largo de este thriller urbano y su metraje pausado, se denuncian temas como el racismo, el sistema educativo, el mirar hacia otro lado, el acoso o el desamparo social, a tiempo de adagio. Carlos termina haciéndose cómplice, pese la ausencia de maniqueísmo en el guión (también firmado por Espada). Desechando sus principios, accediendo a su zona oscura, en una desoladora sociedad que no ofrece soluciones a las víctimas inocentes. Terrible. Destacar las tablas que destila Maria Luisa Borruel, pese a la brevedad de su papel, Moisés Ortega interpretando con fragilidad y sensibilidad al niño acosado o el regalo de una figura teatral y cinematográfica (Todo por la Pasta, Mujeres al Borde de un Ataque de Nervios) como Kiti Mánver en el papel de directora de Menores.

Lo Mejor: La densidad dramática. La inclusión del miedo en lo cotidiano como un tatuaje imborrable.

Lo Peor: Que en su proyección los árboles no dejen ver el bosque. Que la atención prestada por el espectador pacense a localizaciones conocidas, o a la búsqueda de extras, distraigan de la angustia vital de los personajes.


Curiosidades: El cómic que la Bibliotecaria deposita en el carrito es Wachtmen: Antihéroes manejados y zarandeados por el destino. El libro que Carlos regala a su mujer es "La Habitación Oscura" de Isaac Rosa.



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