martes, 20 de marzo de 2018

La Traviata. Ópera Estatal Rusa de Rostov. Teatro López de Ayala


                           



 
La apuesta estética de la Ópera de Rostov es una impactante puesta en escena con referentes venecianos y de la corte del Rey Sol. El libreto, basado en “La Dama de las Camelias” es de un desaforado romanticismo. La compañía está de gira llenando todos los teatros donde representa esta ópera, lo cual teniendo en cuenta la duración de la obra entre semana no está nada mal. Imposible asignar nombres a los cantantes, ya que la carencia de información sobre ellos no lo permite. También la falta de subtítulos despistó a aquellos espectadores que no conocían de antemano el argumento, por muy cercano que el idioma italiano se nos antoje. No quiero pensar lo que sucedería si se hubiera representado una ópera alemana, pese a ser La Traviata una de las óperas más populares de Verdi. El papel de Violetta es uno de los más arduos del melodrama musical, ya que trata de representar la complejidad de un personaje en contraposición con el mundo en que vive, el amor como vehículo que supere cualquier límite y la convención social y familiar. Para ello, el autor desarrolla el uso de la cuerda y cambia el habitual “recitativo-aria” por la fórmula “andante-recitativo-caballeta”, desarrollando con maestría el uso de las cualidades vocales en ésta última.
La caracterización sonora de la protagonista requiere parámetros amplios. Hay gran contraste entre la coloratura del primer acto y la sencillez y expresividad de los actos siguientes. En La Traviata, el compositor acerca los personajes al público con protagonistas contemporáneos, lejanos de nobles medievales o personajes históricos. La soprano acusó una emisión leve, sobre todo en el primer acto que solicita coloraturas y trinados, y el “Sempre Libera”, el que requiere una soprano ligera, deviniendo escasa potencia en la zona media, remontando en los otros actos que requieren soprano dramática. Un tour de force para cualquier cantante que en algunas representaciones ha requerido de tres sopranos distintas. Sobresalientes las voces masculinas que interpretaban a Alfredo y el barítono lírico que plantea a Giorgio Germont (el padre) o la mezzo que representaba a Flora Bervoix. Resueltas con solvencia arias como “Addio al passato” con sus diversos matices, ritardandos y rallentandos y su difícil respiración. 
 Ejecutada con precisión, aunque escasa sonoridad, la escena de la lectura de la carta que cada soprano deja a su libre albedrío, El uso de la voz hablada como técnica dramática le permite a Verdi ingresar de lleno en el realismo, otorgando a esta escena de una escalofriante dimensión trágica.  y que requiere muchos matices de la voz (Teneste la promesa), creciéndose en el “Addio al Passato”, entre el pianissimo y el acompañamiento entrecortado de la cuerda, para este canto de cisne. Formidable el fastuoso brindisi del coro y el solista. En su momento los censores obligaron al maestro a cambiar la época para que no fuese demasiado contemporánea ni autobiográfica, ya que Verdi mantenía relaciones con Giuseppina Strepponi y no deseaban inmoralidades. Correcta la orquesta y el cuerpo de baile, cuyas coreografías se integran perfectamente en los instantes musicales y emocionales de los personajes. Fastuoso vestuario y aprovechamiento hábil del minimalismo de los dos niveles en el escenario, separados por una escalera-balaustrada. Certero y evocador uso de la iluminación. Sin duda una de las puestas en escena más impactantes visualmente que han pasado por este escenario.


viernes, 16 de marzo de 2018

Ensemble VN Barroco. XXXIII Ciclo de Música Sacra


                                                  



Con el soporte acústico de la Iglesia de San Juan de Ribera, dio comienzo el ciclo de música sacra con el Ensemble VN Barroco. Las voces del tenor pacense Víctor Sordo y de la contralto Sonia Garcedo, fueron arropadas por la potente digitación al violonchelo barroco de Calia Álvarez y la certera pulsación en el teclado de Diego Fernández. La agrupación había elegido un programa desarrollado en tiempos convulsos y de fatales consecuencias a nivel social y humano, pero enriquecedor y de alto nivel para el mundo de la música. Del napolitano Francesco Lambardo (o Lambardi) se ejecutó la hermosa obra “Toccata e Gagliarda” que únicamente he escuchado en su versión para arpa italiana. 


Un autor casi desconocido (1587-1642) que trabajó con el organista Giovanni María Trabaci componiendo números vocales para la celebración de fiestas napolitanas. Era hijo del músico Camilo Lombardi. Comenzó como tenor hasta ocupar el cargo de organista en la Capilla Real, siendo maestro del coro. Escasamente escribió obra espiritual, creando obras para círculos burgueses y nobleza napolitana, siendo notable su acercamiento al madrigal con pocas voces en los que adelanto un nuevo idioma. Un hermoso inicio para el recorrido por la “Europa de la Razón”. Brilló especialmente, em matices, el tenor durante ejecución de “Nigra Sum”, una obra caracterizada como motete en la publicación de 1610. Es una monodia introspectiva al modo de las óperas anteriores de Monteverdi. Una pieza de gran hermosura desde su inicial re, que Víctor Sordo resolvió con dominio y ornamentando con notable gusto, consiguiendo separar los matices, como en la frase “tempus putationes”. Impecable y emocionante el difícil salmo “Lauda Jerusalem", cuya soberbia ingeniería, pese a someterse a los dictados del “cantus firmus”, destila un resultado nuevo y moderno. 

En el aspecto instrumental destacar la interpretación del exigente “Preludio y Giga” de la Suite para Violonchelo N.º 2 de J.S Bach. La giga comienza con un tema amable desembocando en brillantes arpegios descendentes y ascendentes, atacando con sentimiento el dramatismo del preludio, con las semicorcheas tejiendo la nostálgica línea melódica. Una hermosa y emocionante versión la ofrecida por el Ensemble. En esta época la viola de gamba empieza a ser sustituida por el violonchelo, siendo Bach uno de los autores que promueven este cambio. Otro de las obras interpretadas a solo instrumental, fue la reconocible “Sarabanda” sobre la Folía. Suite en Re m de Händel que popularizaría la película Barry Lyndon. Nunca había escuchado un arreglo para clave y viola de gamba. El resultado es de una nostalgia arrebatadora en apenas ocho compases con repeticiones. La música hispana estuvo representada por Torrejón y Velasco. El villancico “Cuando el bien que adoro” (Dúo para dos tiples y continuo, para la asunción del Señor). Hermosos empastes en las voces para este ritmo de raíces hispanas folclóricas, donde vibra la vena dramática del autor albaceteño. Con textos de significado contrapuesto, utiliza imitaciones en modo continuo, con alguna síncopa rompiendo la regularidad de la estructura silábica. Brilló especialmente el profundo timbre de Sonia Gancedo en el único Aria da Capo N.º 21 “He Was Despised” del “Mesías” con su fraseo entrecortado. Esta aria está realizada de una forma más libre que sus arias de carácter italiano. Conmovedora, profunda y densa vocalización, dominando el registro sacro con solvencia.  Magnífico el dúo “Thou in thy Mercy” del oratorio “Israel en Egipto”. Notable empaste y versatilidad y amplio dominio de matices. Un programa ecléctico, un amplio abanico cultural y un paseo multilinguístico por la Europa de la razón. Excelente apertura para el XXIII ciclo de Música Sacra.


martes, 13 de marzo de 2018

XXIII Ciclo de Música Sacra de Badajoz. Sociedad Filarmónica de Badajoz


                     






El cartel del XXIII Ciclo de Música Sacra de Badajoz arranca con un conjunto vocal que presentará “Escenas Sacras en la Europa de la Razón”. El tenor Víctor Sordo (Forma Antiqva) y la cantante Sonia Gancedo (Gradualia), la viola de gamba de Calia Álvarez y el clave de Diego Fernández, peinaran el Baroco europeo con su Ensemble VN. Desde Francisco Lombardo y su oratoria sagrada “Crónica Sancti Francisci” a Monteverdi y su transición entre polifonismo y madrigalismo. El de Cremona es uno de los autores más prolíficos y que utiliza mayor cantidad de estilos en el ámbito sacro. Desde Misas polifónicas a música operística. Desde las composiciones corales antifonales, con influencia de sus predecesores venecianos los Gabrieli, alcanzando su cénit en las “Vespro Della Beata Vergine”. Poco podemos descubrir sobre Bach, cuyas composiciones religiosas superaron a todos sus precursores, fundiendo técnicas de órgano francesas e italianas con las influencias de los maestros de Sajonia y Turinia. 

La originalidad del alemán consistió en acercarse con el mismo fervor al tema profano o al sacro, dado que todo debía ser abordado con la misma altura de miras. El Cantor de Leipzig, dejó escritas algunas de las obras más profundamente espirituales de la historia. El villancico Barroco alcanza su cúspide expresiva en el teclado del órgano de Tomas de Torrejón y Velasco, siendo el primer maestro de capilla de la  Catedral  de Lima que no poseía ordenes sacerdotales, aunque es recordado principalmente por su partitura “La Púrpura de la Rosa”, primera ópera de la América,  con texto de Calderón de la Barca. Algunos de sus villancicos más famosos son:
 A cantar este día, flores
A la fiesta convoco
Ala, ola, a la xacarilla
De Toribio las luzes
En confusos abismos de luzes
Sin olvidar el afamado Rorro (Desvelado Sueño Mío) que se continuó catando en Cuzco mucho después de su muerte.
Händel es una de las cumbres del barroco. Consiguió sintetizar los estilos nacionalistas de su época, tomando los mejores elementos y sublimándolos como el cosmopolita que fuera. Su enfoque vocal es el del belcantismo italiano, añadiendo la elegancia francesa o la audacia de la pérfida Albión, donde reinaba Purcell. De hecho, su música vocal recuerda más a éste que a los compositores italianos, con su dominio de la melodía y homofonía. Durante el XVIII no existen fronteras entre profano y religioso. Este recorrido por el siglo de las luces permite a Víctor Sordo y la contralto Sonia Gancedo, de poderosa voz, acercarse a Charpentier uno de los mayores autores de música espiritual, que compuso obras para voz femenina debido a su amistad con la duquesa de Guise y motetes en estilo italianizante. Aunque también dominó el profano “air de court”.

16 de Marzo. Olivenza
El clavecinista Santiago Pereira (director del Ensemble “Il Nobile Diretto”), recorrerá el Londres de tiempos de Purcell y de Händel”. Gran Bretaña en el siglo XVIII presenció un período de bonanza sin precedentes. Esto fue principalmente consecuencia de un gobierno democrático, comparativamente estable, y de un floreciente comercio internacional. Amén de la existencia de un número creciente de colonias respaldadas por instituciones financieras de confianza. El renacimiento de la música inglesa del siglo XVIII en los años 1930 y 1940, dirigido por personas como Gerald Finzi (1901-1956) y Constant Lambert (1905-1951), contribuyó en gran medida a estimular el interés en esta era olvidada. Aún hoy, muchas de las obras de estos músicos siguen siendo relativamente desconocidas.


Uno de los mejores autores ingleses fue el organista John Blow, músico privado de James II, maestro de coro de la Catedral de San Pablo. Blow produjo una profusa obra de culto y obras para clavicordio y para dos, tres y cuatro voces y bajo continuo. También escribió para celebraciones aúlicas. Tuvo gran influencia sobre su estudiante Henry Purcell a quien escribió una oda a su muerte. Destacar sus innovaciones armónicas, habilidad técnica y su destreza en los himnos con acordes sencillos o contrapunto, donde obtenía naturales y dulces melodías, desarrolladas con un bajo de fondo.
William Croft también estudió bajo la tutela de Blow hasta convertirse en organista de la Iglesia de Santa Ana. Sus sonatas para violín no son tan conocidas como su música sacra, que incluso fue asimilada por otros compositores. Como es el caso de la canción “Santa Ana”, que fue incorporada a su obra por Händel (O Praise the Lord) y también por Hubert Parry (Coronación Te Deum). Incluso la Fuga en mi bemol de Bach por su coincidencia en la primera frase de la melodía del himno, recibe el nombre de “Santa Ana”. La música de Croft se usó en los funerales de Diana de Gales y de todos los entierros estatales británico, alejándose del estilo musical del período de Restauración de Purcell y Blow hacia el estilo del nueva era barroca. Es autor de varias suites para clave.


 Amén de teclista, John Stanley fue un destacado violinista, que era escuchado por Händel en la iglesia de la Sociedad del Templo Interior (Asociación Profesional de Abogados y Jueces) Stanley era ciego debido a un accidente infantil, pero tenía una excelente memoria. Algunas de sus obras, compuestas para el Rey, desgraciadamente no han sobrevivido. Sus tres volúmenes para órgano han sido arreglados para orquesta de cámara y trompeta. El escritor inglés de música Charles Cudworth describió el número 4 como "probablemente el mejor de todos los conciertos de órgano en inglés".
Maurice Green comenzó como organista a los 17 años. Fue uno de los fundadores de la Academia de Música Antigua. Admirador de Händel, cayó en desgracia con el maestro por su amistad con Bononcini, enemigo del anterior. Green utiliza el sexto acorde napolitano (Frigio II), en obras como “Señor, déjame saber mi fin”. También escribió “Lecciones de Elección para Clavicémbalo”.
Johann Christoph Pepusch nación en Alemania, aunque vivió la mayor parte de su vida en Inglaterra. También coincidió durante un par de años trabajando en Cannons con Händel, de un modo u otro todos estos compositores interactuaron entre sí. Ayudó a formar la Academia de Música Antigua. La mascarada, con libreto en inglés, Venus y Adonis, de Johann Christoph Pepusch, se estrenó en el London’s Theatre Royal el 12 de marzo de 1715, inspirada en las óperas de compositores tan insignes como Giovanni Battista Bononcini o Alessandro Scarlatti. A pesar de su italianidad, la obra ha de considerarse como una predecesora clara de los dramas musicales ingleses que en apenas 20 años tendrían copados los escenarios londinenses. Fue un maestro en la alegre música teatral y las elegantes cantatas inglesas, que en su mayoría están cuidadosamente compuestas, (Pepusch incluyó Si Mayor, además de las otras teclas que Bach usaba). La escritura de Pepusch en sus máscaras es intencionalmente italiana, con da capo arias, secco recitatives e instrumentos típicos italianos con cuerdas y viento de madera


18 de Marzo. La Albuera. Iglesia Nuestra Señora del Camino.
Garci Sánchez de Badajoz. Pange Lingua. Música y Lírica de Garci Sánchez de Badajoz.
Laura del Puerto con arpa de dos órdenes, espineta y voz y Manuel Pascual (Cornetas, Flauta y Voz) pergeñan un programa diseñado para este ciclo. Hexacordo presenta un monográfico del vihuelista, de su obra musical y literaria. Están recogidos del Cancionero Musical de Palacio. Garci perteneció a la baja nobleza extremeña. Tuvo problemas con la inquisición por su obra “Liçiones de Job”, parodia del libro bíblico. En alguna obra llega a ser incluso precursor del romanticismo (Caminado por mis Males) o El Infierno del amor, compuesto con retazos de canciones eróticas de poetas ya fallecidos. Famoso por sus redondillas, Garci Sánchez nació en Écija (Sevilla), el estilo de Garci es alegórico-dantesco con utilización del dodecasílabo, la copla real, y la alegoría.


18 de Marzo
El clave de Andrés Alberto Gómez ejecutará en el Convento de Santa Ana un monográfico de Sonatas del napolitano Doménico Scarlatti. El compositor no se preocupó en exceso de renovar las formas musicales de la época. A pesar de la riqueza de sus motivos musicales, la estructura de las “Sonatas”, responde a forma binaria. La primera finaliza a menudo en dominante y la segunda siempre en tónica con escasos cambios de esta estructura. También el teclista debe exprimir todas las posibilidades del instrumento, ya que la aparente sencillez de las obras contiene endiablados saltos de octavas, arpegios complejos y unas escalas de rapidez inusual donde pueden rastrearse aires de música popular hispana (tonadillas, fandango, tangos, etc.) usanza de ostinati y uso extremo de la modulación, siendo capaz dentro de la misma obra de recorrer todas las tonalidades. Scarlatti es un "todo vale” dentro de un universo que no pone límites a la creatividad. Andrés Alberto Gómez realizó una personalísima grabación de “17 Sonatas de Scarlatti”.


Forma Antiqva, la agrupación de los hermanos Zapico cierra este selecto programa el día 20 en la Catedral San Juan Bautista.
El currículo de los músicos habla por sí mismo y nos presenta un programa a través de la música de los siglos XVII y XVIII, al más puro estilo Zapico. Arregladas por los propios músicos, las danzas del “Concierto Zapico N.º 2” llenaran la nave de la Catedral Pacense. El Barroco Español e Italiano, transcrito para sus tres instrumentos en una práctica que se ha realizado a lo largo de toda la historia, recoge obras como Ensaladas, Marionas, Alemandas, Españoletas de autores como Gaspar Sanz, Sebastián Aguilera de Heredia, Coreli, Santiago de Murcia, etc. Los Zapico se revientan a sí mismos, convierten cada obra en una pièce de caractère, exprimiendo las posibilidades tímbricas de sus instrumentos.

Una vez más felicitar a los organizadores por la calidad de esta programación y el aprovechamiento de los espacios sonoros sacros que contribuyen a crear un entorno espiritual, de meditación y profunda belleza.









lunes, 12 de marzo de 2018

Crimen y Telón. Catarsis Ronlalera. Gran Teatro de Cáceres




                                 

Los Ronlaleros lo petan de nuevo. No sería mal encabezamiento, si la intríngulis del asunto no solicitara mayor densidad y este ejercicio sublime de meta-teatro no fuera más allá de la simple anécdota (ello no es óbice para no remarcar castizamente que “lo petan de nuevo”). Ron La Lá sumerge al espectador en un distopía donde el espectador piensa que está viviendo una obra de teatro. Y rompen la cuarta y la “quinta” pared en un brechtiano ejercicio del más extremo metateatro. Jugando con las referencias al género  “noir”: detectives, sombreros, sombras (Detective Noir), etc, y mixturándolo con la estética steampunk o Matrix (Teniente Blanco), la compañía peina toda la historia del teatro desde sus orígenes. Desde la platónica caverna, hasta el mismo instante de la representación y su juego-ficción con los espectadores. “Crimen y Telón” es un lúcido ejercicio de amor al Teatro, de devoción por la palabra, de adoración al verbo como génesis de toda relación humana. Un jardín de senderos que se bifurcan recorriendo el áureo siglo, el drama isabelino, la helénica tragicomedia y los héroes que forman parte del imaginario colectivo teatrero (y cultural): Ofelia, Hamlet, Odiseo, Laurencia o los personajes que aguardaban desesperanzados a Godot. 

Pero los ronlalianos no olvidan lo coyuntural, los aspectos más inmediatos del arte y la cultura. Sus cargas de profundidad explotan en los rostros de políticos, medradores, pesebreros, gestores corruptos y demás parafernalia de parásitos vitales. Este ejercicio de ruptura total con las reglas aristotélicas conduce a la compañía a compartir el protagonismo con técnicos de luces, regidor o técnico de sonido, que se vuelven protagonistas en un reivindicativo y solidario juego de espejos, transformado en pirandelliano durante el epílogo, cuando los personajes se leen a si mismos en el libreto. En este orweliano universo, donde se han abolido todas las artes, está incluso prohibido pronunciar los nombres de éstas. Hermoso homenaje al poder cuasi mágico y agitador de la palabra. Pero la compañía exprime aún más el cítrico y nos da un hermoso paseo por el amor y la muerte, con referencias al universo en claroscuro de Hammet y Raimond Chandler o las deducciones sherlockholmianas ante el cadáver del asesinado Teatro. El juego del timing es perfecto, equilibrio entre los instantes musicales (donde el ronlalismo alcanza su cenit), los juegos de luces y sombras, la humorística utilización de sombras chinescas y los (nada velados) homenajes al arte de Talía, el cómic o el género musical. 

El mismo Teatro (excepcional Daniel Rovalher), se expresa con los modos y maneras corporales de un polichinela de la “Comedia dell´ arte”. La compañía, dirigida por Yayo Cacéres, se enfrenta a una futura Ley Seca del Arte, con esa ironía y humor corrosivo que es su marca de clase en la faceta musical, sin dejar de jugar con el ritmo popular o “pegadizo” que permite salir de la representación coreando sus creaciones. Juan Cañas festonea el papel de un inolvidable Detective Noir, un ex adicto a la poesía; lejano de aquella gitana desternillante de “Cervantina”; pleno de humanidad, con un impactante monólogo sobre el arte poética. Incluso se valen del argumento para dar un repaso emocional y didáctico a la estructura física del teatro y sus recovecos. El aprovechamiento del espacio escénico es modélico, la iluminación (Miguel A. Camacho) exprime todas las posibilidades, dotando de gran dinámica al conjunto, en medio de una escenografía de Tatiana de Sarabia y Yeray González. Esta postrera vuelta de tuerca de Ron La Lá apuesta por una estética sombría, huyendo de la luminosidad picaresca de proyectos anteriores, pero sin perder sus raíces. Como en la canción ejecutada en las escaleras, donde el toque ronlaliano nos remite a los mejores instantes de “Cervantina”o “En un Lugar del Quijote”. A estas alturas podemos afirmar que estamos ante una compañía de culto, con seguidores fervientes que conocen la textura de los manjares que van a degustar y los transmiten a futuros infectados del virus ronlaliano. ¿La Fórmula? Un amor  intenso al Teatro y a la palabra, pleno de inteligencia y respeto por los orígenes, textos impactantes y trabajo. Mucho trabajo. 

Estamos ante un espectáculo catártico, nacido para remover conciencias. Una gozosa celebración del arte. Estos cómicos de la legua saben lo que se traen entre manos y como Juan Palomo, ellos se lo guisan y se lo comen. Transmutan lo lúdico en vehículo para el espectador bisoño, que se acerca por primera vez, pero capaces de contentar a los iniciados que conocen las referencias literarias y las agradecen. Jacinto Bobo y Fran García sustituyeron en esta representación a los habituales Iñigo Echavarría y Álvaro Tato, demostrando con eficiencia que se han empapado de la calidad del resto de la compañía, envueltos en impactante vestuario de Tatiana de Sarabia.
Sobrevuela el libreto la reivindicación de lo bufonesco como transmisor de cultura, y hay mucha valentía en la huída hacia delante del refugio “áureo” de obras anteriores, para defender “a capa y espada” algo tan importante como  las artes. En los tiempos que corren cada vez más denigradas y apartadas de los planes de estudio. Casi como en el universo distópico de “Crimen y Telón”. Aunque estos trovadores del absurdo no los menten en el libreto, los felones aquí tienen nombre y apellido. 
El público del Gran Teatro de Cáceres supo reconocer el trabajo e esta compañía con intensos aplausos.
Otras reseñas "ronlalianas" en este blog.
En un Lugar del Quijote
https://elgabinetedekaligari.blogspot.com.es/2014/11/en-un-lugar-del-quijote.html

Cervantina




viernes, 9 de marzo de 2018

25 Festival Solidario de Cine Español de Cáceres



No se decir adiós”, ópera prima de Lino Escalera, sirvió como mascarón de proa para primiciar el Festival. Una historia teñida de grisura, de cotidianeidad, intimista sobre el mayor de nuestros temores. Personajes secos que nos acercan al duelo. Un análisis lucido y desolador sobre verdades vitales, apoyada sobre interpretaciones notables como la de Nathalie Poza.
Espinoso es el  tema que presenta “Fe de Erratas”, una crítica feroz a la violencia en clave tragicómica y soterrado análisis sobre la necesidad del ser humano de integrarse en algo y buscar un enemigo común. Casi una pieza de cámara, inteligente, claustrofóbica y con lúcido análisis sobre la fragilidad humana y el hecho diferencial. Carla Simón dirige una joyita como “Verano 1993”, drama de carácter autobiográfico, que nos habla sobre al vacío de la perdida, incómoda y emotiva, llena de frescura desde la perspectiva de la niña (Laia Artigas). Un paseo por el amor y la muerte, lleno de sensibilidad, que no precisa de subrayados ni  trampas, donde los pequeños gestos y la magistral fotografía (Santiago Racaj) nos conducen a un universo pleno de matices. Lo mejor de Isabel Coixet retorna con “La Librería”. Un ejercicio de amor a la literatura (excelentes diálogos) desde la pantalla, un lúcido análisis sobre el abuso de poder y la ignorancia frente a lo diferente. Esta lucha contra el oscurantismo esta rodada con ese buen gusto británico, con cuidada puesta en escena y una realización académica, plena de sensibilidad que actores como Bill Nighy y Emily Mortimer se encargan de tatuar e la retina del espectador. 


La historia real sobre “el gigante de Altzo” sirve de pretexto para una emotiva fábula, visualmente deslumbrante en clave costumbrista, tratada como mimo que nos habla sobre la fragilidad  del ser humano, lo rural y lo urbano, la miseria humana, la relación fraternal o el pulso entre tradición y modernidad. Melancólica y certera en “Handía
“Verónica” de Paco Plaza es una de las propuestas más estimulantes del año. Terror costumbrista basado en un inexplicable caso real. Excelente diseño de producción que retrotrae a la época  en que se produjeron los luctuosos acontecimientos. Metáfora del viaje desde la pubertad al mundo adulto. Rodada con niños, dificultad superada con creces por el director (pese al clásico consejo de Hitchcock) y resuelta con sello autoral y secuencias memorables.
Javier Calvo y Javier Ambrosi acometen una cinta valiente, plena de influencias y deudora de múltiples lenguajes. Diálogos frescos, musical desvergonzado por donde planean todas las monjitas del celuloide. El edificio se apoya en las potentes recreaciones de Anna Castillo y Macarena García de pasmosa naturalidad que elevan esta adaptación del fenómeno teatral “La Llamada”.


La comedia romántica “Tierra Firme” nos muestra tres protagonistas que ríen, tocan el piano o beben en un entorno británico, comportándose como adolescentes inmaduros. Diálogos brillantes y naturalidad en Oona Chaplin, Natalia Tena y David Verdaguer, que afrontan la paternidad/maternidad según los intereses personales. Un film repleto de emociones humanas, intimista y lleno de sensibilidad, donde la cámara gravita sobre los rostros para mostrarlos la dificultad de adaptarse a la edad adulta.
Javier Gutiérrez  y Antonio de la Torre, nos acercan a un estudio destroyer sobre el proceso creativo, la mediocridad y lo anodino de la vida cotidiana. Cuando el protagonista (Álvaro) se convierte en un oscuro demiurgo para su comunidad de vecinos, sus anhelos, frustraciones y deseos comienzan a pasar por el tamiz de una cierta perversión. Inmenso Javier Gutiérrez en esta estética naturalista que oferta Martín Cuenca, preñada de humor negro. Un acertado estudio sobre la obsesión; colmado de mala baba; de ir a por todas incluso aunque no tenga uno la calidad necesaria para ejercer el oficio.

 “Es por tu Bien” de Carlos Therón nos presenta una comedia de enredos arropada en la química entre los tres protagonistas: José Coronado, Javier Cámara y Roberto Álamo, tres amigos completamente disímiles, que se ven obligados a unir fueras para apartar a sus hijas de sus novios. Montaje fluido para una comedia de “cuñados” a al que si hay que ponerle algún “pero” es el escaso desarrollo dado  a los personajes femeninos.
Una reunión familiar durante las Navidades sirve de excusa argumental para “Pasaje al Amanecer” de Andréu Castro, donde el protagonista va a soltar una bomba en medio de la cena. Personajes notablemente construidos, con el apoyo de la madurez (Lola Herrera) y por donde planea la sombra de Ibsen. Una pieza de cámara que destapa los fantasmas, los rencores y los reproches de una familia, aparentemente, perfecta, de cocción lenta y ritmo nórdico. Incómoda y asfixiante.

Escaso presupuesto y mucha mala leche son las premisas de “Selfie”, la apuesta de Víctor García León, de irreverente guión y altamente corrosiva. Bosco (Santiago Alverú), la gran esperanza pija, que recorre toda la flora y fauna locales, apuntala sobre su interpretación el peso de la película. El buenrollismo, la corrupción, las ideologías populistas, los tangadores ideológicos, todos tienen su sitio en la naturalidad; casi de vida real; del argumento. Metafórica lucha entre los dos protagonistas por la chica ciega (Macarena Sanz) que bien podría ocultar muchas otras lecturas de índole ideológica.


Abracadabra” se publicita como una comedia “choni”, aunque este fantástico mixture todos los géneros y subvierta el imaginario de la españolada. Estaos ante uno de las bizarradas más inclasificables de la temporada, donde brilla con luz propia una inmensa Maribel Verdú  en un guión que da giros inesperados con ramalazos sobre el machismo ibérico, ironiza con el cuñadismo y el costumbrismo o deja claro porque Mota es uno de los mejores cómicos del momento. 
Fernando Franco se adentra en un terreno espinoso con su obra “Morir”, la enfermedad terminal. Elipsis, fundidos a negro, estructura episódica para un papel difícil de Marian Álvarez que soporta el peso de la película con contención. La propuesta huye de lo lacrimógeno, planeando instantes cámara en mano o planos secuencia para completar el puzzle emocional. El dolor, el verdadero dolor, está en el interior.
El doloroso paso de la adolescencia a la madurez es el trasfondo de “Julia Ist” de Elena Martín. El aislamiento en un entrono cultural y social desconocido de una estudiante y el posterior avance cuando conoce a una compañera española, narrada en clave minimalista, con escaso presupuesto y talento reconocido por  la Biznaga de Plata a mejor película y a mejor dirección Zonacine en el festival de Málaga. Ensayo sobre los Peter Pan de la generación digital, la generación Erasmus y el viaje iniciático o nostálgico por un mundo que en un principio les parecía hostil. Jóvenes que han disfrutado de todas las comodidades a los que no les ha faltado nada, se enfrentan al conflicto emocional y a lo desconocido.

Alex de la Iglesia remakea una comedia italiana en clave negra, con uso dinámico de la cámara para escapar del teatro filmado. Un juego aparentemente inocente para un obra coral, con hábil manejo del suspense y critica soterrada a la revolución tecnológica. Primeros espadas con interpretaciones impecables: Juana Acosta, Eduardo Noriega, Eduard Fernández, Pepón Nieto. Notable explotación de la vis cómica de todos los actores, para unos personajes "perfectos desconocidos" de escasa calidad humana, que Alex de la Iglesia exprime con su habitual mano dionisíaca en la dirección de actores. Un broche de alto nivel para una programación que, recordemos, incide en lo solidario, por lo cual merece todo el apoyo que se les pueda dar. El cierre será el día 7 de Marzo con la Gala de los afamados premios San Pancracio. La recaudación del evento se destinará a mejorar las condiciones de niños y niñas que viven en riesgo de pobreza y exclusión social en España, a través de Cruz Roja y Ayuda en Acción.
El Festival, a sus 25 primaveras, también rendirá homenaje al cineasta vinculado a la ciudad, Pedro Almodóvar con el San Pancracio de Honor y al  malogrado Reyes Abades, a quien este blog también homenajeó hace escasas fechas:

lunes, 5 de marzo de 2018

Il Trovatore. Compañía Ópera 2001. Teatro López de Ayala


                         




Cuando Verdi compone “Il Trovatore” ya se encuentra en un claro distanciamiento respecto a las obras del primer romanticismo, donde predomina la continuidad y la división de números (recitativo, aria y cabaletta) pierde esencialidad. También pierde densidad la obertura y se abrevia el preludio. El disparatado argumento queda en un segundo plano frente a la belleza de la partitura, frente a la búsqueda de perfección en el timbre, los ornamentos y esa gran extensión de la tesitura que aboca hacia belcantismo, adoptado por el autor en esos años. Verdi con sus ideas avanzadas impone al libretista (Salvatore Cammarano), una serie de cambios como la eliminación del coro al inicio, la fusión de dos actos en uno, incluso trató de evitar cavatinas, dúos y coros finales. 
El resultado fue justamente lo contrario al fervor renovador del compositor. Las arias, tercetos y dúos revisten gran dificultad y solicitan unos intérpretes de alto nivel, incluso en la brevedad del bajo. Una certera escenografía romántico-medieval, en aguas de un tono verdoso, que coincidía cromáticamente con los uniformes de los soldados, da lugar a hermosos instantes en la luminotecnia. Acertada utilización de los paneles y focos para resaltar los diversos intervalos desaforados de este drama. Potente y limpia la emisión de la soprano en “Tacea la notte Placida”, con su melodía fluida y suave, arropada por el ritmo oscilante de la cuerda, potenciada por el uso del verso ottonario, marcando los acentos para construir la música. Aquí la anacrusa es la reina del pentagrama, para un aria de gran carga emocional. El papel de Leonora es exigente en cuanto a registro y coloraturas, pero sin perder delicadeza y suavidad, sin olvidar el concepto spinto del verismo verdiano y su búsqueda de acentos dramáticos. Esta aria es un aroma suave frente a la oscuridad del resto del libreto. El rol de Leonora solicita notas altas, notas bajas, voz de pecho, coloratura, staccato, legato. El paquete completo.

Impecable el papel de Azucena, la madre gitana, plena de carácter y su aria en el acto II. Un papel sin duda muy goloso para las mezzos. Hay una estructura atípica de cuatro partes (similar al Nabucco) y una clara evolución respecto al melodrama romántico al uso, que se hace más  complejo, desafiando el libreto las unidades aristotélicas.
Para el aria “Il Balen del Suo Sorriso” se precisa un barítono dúctil porque  abarca instantes de bravura, en una de las arias más hermosas de la partitura, resuelta con limpieza, poderío y emoción por el interprete.
Pero todavía se guardaban un as en la manga: la impresionante cabaletta del aria Ah! Sì, ben mio coll’essere. Aquí el tenor interpreta “Di quella Pira”. El amor más allá de la muerte es el contexto para esta pieza en Do Mayor, para un agudo  do4 que Verdi no escribió jamás y se ha convertido en tradición, exigiéndolo todo del tenor. El personaje de Marnrico requiere pasar del lirismo a la fuerza de la cabaletta y cantar a medio gas en instantes románticos hacía el brioso momento de la Pira. La soprano también desgranó el aria D’amor sull’ali rosée, que solicita de un gran control en el legato y notable agilidad. Destacar el uso que Verdi concede a cada papel femenino, siendo las frases de Leonora de elevada calidad aspirante, al tiempo que las melodías de la gitana Azucena se basan en patrones rítmicos y frases cortas.
Esta obra creada “tras los años de galera”, en palabras del propio Verdi, aporta esa indudable transformación del barítono en un elemento de personalidad propia. Para ello elevó la tesitura vocal, incorporó la quinta más aguda, alejándolo del bajo; al rango normal de uso. El barítono también debe tener un amplio catálogo de colores para el legato verdiano y adaptación a los cánones del bel canto, que ya ensayase en uno de sus primeros capolavori baritonales (Ernani. 1844).


En “Il Balen del suo Sorriso”, Verdi utiliza al barítono con rango vocal de tenor, algo que quedó patente en la potencia y destreza del interprete, consiguiendo que los soles hereden el efecto de apogeo de un si bemol tenoral, en el aria interpretada frente al convento donde Leonora se ha recluido.  Toda esta obra es un arrebato del belcantismo con imposiciones vocales de gran belleza y agilidad.
"D'amor sull'ali rosee" comienza con una leve introducción orquestal con maderas principiando ese ambiente lúgubre y nocturno. Aria exigente para la soprano con expresividad en el recitativo, que requiere regulaciones de intensidad, trinos y el fiato (la dosificación del aire). Es un aria que requiere de una técnica belcantista depurada. En este adagio que es el aria la soprano debe controlar el legato y los portamentos, también deberá ejecutar todo tipo de agilidades vocales.

El Miserere contrasta con su media voz y las campanas doblando a muerto. En su epílogo el coro se funde con tenor y soprano. Se requiere perfil en la voz y equilibrio para este instante de gran belleza (con permiso de los Hermanos Marx y su Noche en la Ópera)
El epílogo con la caballeta (no demasiado exigente) y su agudo final, conforman un aria intensa y emocional, con grandes variaciones en la dinámica.
Una notable interpretación de Opera 2001 de la más verdiana de las óperas si bien lastada por los lugares comunes y una cierta ranciedad del libreto decimonónico con todas sus clichés y lastres, resalta sobre el corpus del compositor parmesano. Un pequeño lastre técnico que desconectó el panel de subtítulos, quedó en mera anécdota frente a las potentes interpretaciones y dirección de Il Trovatore. Un trovador, por cierto, que aparece escasamente en la trama.